­Cuando ocurrió, en caliente, a Jorge Garbajosa le dolía el alma. Por la eliminación, por salir en cuartos de final de un Mundial, el de Turquía 2010, en el que España defendía su cetro logrado en Japón cuatro años antes. «Garbo» no pensaba entonces en que aquel encuentro, aquella puñalada desde los tres puntos de Milos Teodosic, iba a suponer su última internacionalidad. Que en Turquía ponía punto y final a su idilio con La «Roja», tras 166 encuentros con la selección, un oro en el Mundial de Japón 2006, el título de campeón en el Eurobásket de Polonia 2009 y una plata olímpica en Pekín 2008.

La estrella del Unicaja no creyó entonces que el triple del base serbio, a casi nueve metros del aro, le iba a retirar para siempre del combinado nacional. Pero fue así. El 8 de septiembre de 2010 se acabó su periplo, la tarde de aquel triple maldito. Lo maduró durante casi un año y el pasado mes de junio, una vez concluida la temporada, el ala-pívot compareció junto a José Luis Sáez, el presidente de la Federación Española de Baloncesto, y anunció su retirada de ese grupo de amigos que hacen del baloncesto sus vacaciones de verano.

De hecho, cuando Garbajosa, enrolado en el Real Madrid, se enfrentó la pasada temporada al Olympiacos, donde militaba entonces Teodosic, sólo le miraba con ojos venenosos por la afrenta sufrida, por el triple de nueve metros. Su Madrid, para colmo, palmó en la Fase Regular en Atenas (82-66), con escaso protagonismo del de Torrejón de Ardoz: sin puntos en 8:21 minutos. Por los 15 del serbio en 33:25. Luego, en Madrid, Garbajosa se tomó cumplida venganza: 82-68. 5 puntos y 4 rebotes para «Garbo» que dejaron en nada los 21 de Teodosic. La deuda quedaba saldada... hasta esta noche.

Porque luego Jorge se retiró. Y aquel salto ante Teodosic, en su intento por puntear el balón, fue su último esfuerzo vestido de rojo. Hoy, el que saldrá a pista con ese color será el serbio, que este verano cambió El Pireo por Moscú, desechando un ofertón del Barcelona. Pero rublos son rublos y en la gélida Rusia coincide con su compatriota Nenad Krstic y la megaestrella de la NBA, Andrei Kirilenko. Ahí es nada.

Hoy Teodosic y Garbajosa volverán a verse las caras. Uno, el base, en plena lucidez de su carrera. A los 24, el jugador de 1,95 metros tiene todavía mucho que decir, muchas canastas que anotar, mucha tela que cortar. Un mundo de posibilidades por delante, sin límites ni cortapisas.

Jorge, sin embargo, ve ya con el rabillo del ojo su retirada, programada para finales de esta temporada. En diciembre le caen 34 primaveras y colgará las zapatillas en casa, en Málaga. Y seguro que con aquel triple imposible de Teodosic en el saco de los malos recuerdos. Que también los hay en su larga, exitosa y sensacional carrera.

El Universal Sport Hall verá, quizá por última vez, a un mito del baloncesto como Garbajosa. El ala-pívot coincidió con Teodosic, el hombre fichado a golpe de talonario para dirigir la máquina rusa, en aquel día de infausto recuerdo. A 3,1 segundos para la conclusión del España-Serbia de cuartos, los dos se quedaron perplejos. Unas décimas antes, Teodosic se había quedado emparejado con Garbajosa, tras un bloqueo directo. Amagó con penetrar y, desde esos fatídicos casi nueve metros, en perpendicular al aro español, se levantó al cielo turco. Y sí, para infortunio español, la clavó.

Luego España no supo qué demonios hacer, cómo quitarse ese cuchillo clavado con fuerza en el corazón. Y se desangró sobre la pista a manos de ese killer llamado Teodosic. Hoy, esta misma tarde, el serbio tendrá la compañía de otras estrellas de su mismo nivel. Del que disfrutó, en sus mejores años, Jorge Garbajosa. En Moscú se citan mitos de hoy y de hace unos años. Honores para todos ellos. Y, ojalá, que ese tiro decisivo, en las postrimerías del partido, se repita. Sería una excelente noticia: el Unicaja llegará al bocinazo final con opciones. Pero que esta vez, por respeto a Jorge Garbajosa, ese triple desde nueve metros lo escupa el aro.