La vida siempre depara sorpresas. Y da segundas y hasta terceras oportunidades. Marcus Williams iba para estrella en la NBA. Hijo único de una familia muy humilde, nacido en Los Ángeles, tras pasar una infancia dura, el base conquistó los corazones de todos los fans de los «huskies», el apodo que recibe la Universidad de Connecticut. Allí, el base de 1,91 metros y 91 kilos (ése era su peso entonces) era poco menos que un héroe.

En su último curso dejó perpleja a toda la NBA: 33 minutos por encuentro con 12,3 puntos (40% en triples y 86% en tiros libres), 8,6 asistencias y 3,9 rebotes. Dejó el récord de la Universidad en 30 triunfos y 4 derrotas. Con cinco épicas últimas noches ante las prestigiosas Syracuse, Albany, Kentucky, Washington y George Mason, en los que promedió 19,4 puntos y 9,2 asistencias, con 27 de 29 en tiros libres y 12 de 24 en triples.

Protagonista del sorteo de novatos, Williams fue elegido en el puesto 23 por New Jersey Nets. Cayó de pie, porque disputó el Fin de Semana de las Estrellas de 2007 con el equipo de los novatos, y redondeó una temporada que debía servirle como trampolín para una carrera prolífica y, sobre todo, millonaria: 79 partidos, con 16 minutos de media y 6,8 puntos, 3,3 asistencias y 2,1 rebotes.

En su segundo año en la franquicia, en vez de progresar, rebajó esos números, en 53 duelos: 16 minutos con 5,9 puntos, 2,6 pases y 1,9 rebotes. Llegó el verano y la carroza se convirtió en calabaza. Los extraños cambios y negocios en la NBA le llevó a Golden State Warriors, donde su carrera sufrió un inesperado frenazo. Nueve partidos y cortado en pleno curso. Fue un golpe muy duro para él, aunque recuperó confianza en la Liga de Puerto Rico, y en el Quebradillas estableció todos los récords del equipo en la recta final de campaña: 15 puntos, 9,3 asistencias y 5,3 rebotes. Semejante exhibición le abrió la puerta de la NBA, de nuevo, esta vez con Memphis Grizzlies, que le reclutó para jugar con ellos la Liga de Verano en plenos play off de Puerto Rico. Se fue sin pensarlo y logró un contrato con la franquicia de Marc Gasol en la temporada 2009/10, donde cumplió, sin más, en sus 62 choques: 14 minutos y 4,3 puntos, 2,6 asistencias y 1,5 rebotes.

Trató, por todos los medios, de continuar en la NBA. Pero nadie le ofreció un contrato garantizado, así que hizo las maletas y salió de Estados Unidos por primera vez en su carrera. El Enisey Krasnoyarsk ruso (2010/11) fue su primer destino y el pasado curso jugó en el Jiangsu Dragons chino, tras firmar y romper su contrato con el Unics Kazan. Números brillantes en Rusia y discretos en China. El Milán de Sergio Scariolo pensó en él para reforzarse cara a los pasados play off, pero desistió. El chico estaba fuera de forma y con sobrepeso.

Williams decidió entrar en cintura este verano y ha trabajado a destajo para volver a ser el jugador repleto de talento, excelente pasador y con magia en sus manos. Su fichaje fue una sorpresa. Es una apuesta personal del director deportivo, Manolo Rubia, y cuenta con el visto bueno de Jasmin Repesa. Sus primeras semanas en Málaga van sobre ruedas. «El tiempo aquí es estupendo, parecido al de Los Ángeles, y la gente me trata muy bien. Los entrenadores me están ayudando mucho. También los compañeros me han ayudado a que la transición que supone el llegar aquí sea más fácil», explica el jugador.

Su gran oportunidad. El Unicaja le ha dado la oportunidad de resarcirse, de ser un jugador importante en la Liga ACB y de debutar en la Euroliga, la máxima competición continental. Se espera mucho de él, y confiesa que toda esta situación le excita y le agrada. «Es una maravillosa oportunidad para todo el equipo, no sólo para mí. Claro que estoy ilusionado y para mí jugar en Málaga, en la Euroliga, es maravilloso, y tengo una gran oportunidad».

Marcus vive en Málaga con su padre. Lleva un día a día espartano. Entrenamiento, casa y descanso. Y vigilancia en la alimentación. Porque el Unicaja, consciente de sus problemas de sobrepeso en el último año, firmó una cláusula para obligarle a pasar por la báscula bajo pena de rescindir su contrato si no cumple y si no se cuida.

El médico del club, Carlos Salas, avala su estado y su rendimiento actual tras someterle a toda una batería de pruebas, controles y chequeos al inicio de la pretemporada. «El resultado de todos los test, médicos y físicos, es bastante aceptable en este momento de la pretemporada. Por supuesto que se pueden mejorar algunos parámetros, pero es aceptable», adelanta.

Llegó a Málaga con 100 kilos y sobre esa cifra oscila. «No voy a dar datos personales. Su situación es mejorable, pero aceptable. Lo normal es que durante la temporada pierda algo de peso, haga una pequeña transformación y pierda grasa y lo transforme en músculo».

Semanalmente, Salas y su equipo hacen controles de pliegues cutáneos y perímetros musculares. «Vamos alternándolas con otras pruebas», señala el galeno. Y sobre la alimentación y la dieta, apunta: «A todos los jugadores se les da una orientación dietética y consejos alimenticios. A partir de ahí se hace un pesaje y un control semanal y se les puede ir modificando cosas. Marcus, por sus características, gustos y tendencias, recibe consejos diferentes al resto, pero nada extraordinario», añade.

La llegada de dos compatriotas como Earl Calloway y James Gist le ha venido de maravilla. «Siempre se agradece», dice Marcus, que insiste: «Los chicos se han portado muy bien, todos se han esforzado en hablar inglés y son estupendos». Que siga ese buen clima. Y que Williams despliegue su mejor juego.