Con Kosta Perovic en modo «on» y con Sergi Vidal, por fin, vestido de corto, el Unicaja se clasificó anoche por octava temporada consecutiva para el Top 16 de la Euroliga. Fue después de un partido para olvidar en el que un rival de cuyo nombre no quiero acordarme mancilló el nombre de la Euroliga con una actuación lamentable e impropia de una competición tan grande como ésta.

Al Unicaja le bastó ayer con jugar con el freno de mano echado durante los 40 minutos para sumar en el Martín Carpena la victoria que le hacía falta para ser matemáticamente, una temporada más, uno de los 16 mejores equipos del continente. Un gran logro, firmado a ¡¡tres jornadas!! del final de la liguilla, que ni el esperpento de partido de ayer puede oscurecer.

Los de Repesa, además, aumentaron su racha europea a seis victorias seguidas y, lo que es más importante, recuperaron a dos jugadores que estaban out hasta ahora. Porque la gran noticia de anoche, además del pase continental, fue ver vestido de corto y correteando por el parqué a Sergi Vidal. Ya con el alta médica, su técnico le dio 109 segundos para que se volviera a sentir jugador de básket. Dicen los que están cerca de él que está muy lejos de su mejor forma y que todavía tardará en ser el Sergi del Lagun Aro, pero al menos ese momento está, desde ayer, mucho más cerca

El otro nombre propio de la velada fue el de Kosta Perovic. Había algunos que pensaban que al gigante serbio quizás se le había olvidado jugar a esto. Pero Kosta ayer demostró que sus centímetros y sus kilos todavía son muy aptos para estas guerras. Es verdad que no hubo rival, pero el center recordó por momentos mucho más al que deslumbró en el Partizán que al que agitaba las toallas desde una esquina del banquillo, la pasada temporada, en el Palau Blaugrana.

La verdad es que fue una lástima que la clasificación llegara tras 40 minutos de baloncesto tan pobre. Si algo dejó claro el partido de ayer es que la Euroliga debe revisar sus criterios a la hora de elegir a sus 24 participantes. Es difícil explicarle hoy a la gente que ésta es la mejor competición del baloncesto mundial al margen de la NBA después de ver a los polacos ayer arrastrarse por el Carpena. Porque que a nadie le engañe el resultado final, el Unicaja ganó por 16 porque no quiso apretar el acelerador. Si hubiera tenido ganar por 20 o por 30, seguro que podría haberlo hecho.

No tiene ninguna lógica, desde luego, que el Prokom esté jugando al más alto nivel continental y no lo hagan el Galatasaray de Macvan y Boni N´dong, el Banvit de Sammy Mejía y Davis, el Lokomotiv Kuban de Maric, Calathes y Baron, el Unics Kazan de Eidson, Kaimakoglu y Vougioukas, o el Valencia o el Gescrap Bilbao, por poner sólo dos ejemplos de la Liga Endesa.

Entiendo que no es políticamente correcto que haya 5 ó 6 equipos de la misma nacionalidad jugando la competición, pero tampoco se puede exportar a 120 países del mundo la imagen que dio ayer este Prokom, capaz de firmar 0 de14 triples en la primera parte y 1 de 21 al final del partido. La culpa, de todas formas, es del que eligió como «partido de la jornada» un Unicaja-Prokom en el que estaba claro que la diferencia entre uno y otro equipo es la que la propia clasificación marca tras siete jornadas (los verdes lo ganan casi todo y ellos lo pierden casi todo)

El equipo, independientemente del poco caché del rival, no podía fallar ayer. Sobre todo después de lo del «Estu» del fin de semana. La derrota contra los colegiales dejó al personal frío tras el subidón de Tel Aviv. Todo hacía pensar que la derrota ante los madrileños era fruto de una mala tarde. Un traspié de esa cuota de «partidos tontos» que todos los equipos tienen a lo largo de una temporada. Por eso, lo del Prokom era un test para ver la solvencia deportiva y anímica de la plantilla. Como no hubo rival, se pueden sacar pocas conclusiones, aunque todas, eso sí, buenas.

Fue un partido muy cómodo, sin exigencias al margen de los 10 minutos iniciales, en los que el marcador se mantuvo equilibrado y con guarismos más propios del minibásket que de un partido de baloncesto, 13-13. A partir de ahí, no hubo color y el Unicaja mandó cómo, cuándo y por cuánto quiso.

Hoy toca resetear y empezar a mirar a Vitoria. El domingo espera el Baskonia. Y ésa será otra historia.