El Unicaja jugó anoche como nunca... pero perdió como siempre. Al menos, como cada una de las seis últimas veces que ha saltado a la pista en la Liga Endesa o en la Euroliga. Y fue una pena, porque el equipo jugó ayer tres cuartos muy buenos, dejó al Real Madrid en cifras ridículas durante esos 30 primeros minutos y pareció acariciar la victoria en pleno tercer acto (46-32). Pero a la hora de la verdad, en el cuarto final, el rival le metió una marcha más al partido y los verdes se quedaron sin gasolina. Y no es la primera vez.

Tras el fiasco del fin de semana ante el Cajasol, había cierto miedo a que el Real Madrid, enrachado, con un plantillón descomunal y en plan rodillo durante toda la temporada, pasara por encima de los cajistas. Pero no fue el caso. El Unicaja perdió, es verdad, pero dando la cara. Fue capaz de asustar a todo un Real Madrid y competir, que era del mal, el menos. No sé si es el consuelo de los tontos, pero a mí, en este caso, me vale para seguir creyendo.

Y es que los de Repesa hicieron ayer muchas cosas bien. Adelante y detrás. Jugaron una defensa al límite que les valió para minimizar a uno de los mejores ataques del baloncesto europeo. El Madrid metió 11 puntos en el segundo cuarto y 13 en el tercero. Cifras ridículas para el aspirante number one a campeón de la presente Euroliga. Lo que pasa es que en los 10 minutos finales, Sergio Rodríguez y Jayce Carroll cogieron sus fusiles y el bombardeo exterior acabó por remontar un partido que la grada del Carpena llegó a ver ganado.

Perder de esta manera contra el Real Madrid no puede cabrear al personal, pero sí hay que hacer un análisis profundo de qué le pasa a este equipo cuando se acerca el bocinazo final. Los últimos cuartos se han convertido de un tiempo a esta parte en un lastre y ya se sabe que en el básket el que falla al final, está muerto.

El Real Madrid sufrió de lo lindo en Málaga. Y eso tiene mérito. Seguro que no estaba en el guión de Pablo Laso que su equipo tuviera que remontar 14 puntos en los últimos 15 minutos. Los blancos tienen un equipazo. Una plantilla a la que no le falta un detalle. Por fuera te machacan desde el 6,75 y por dentro «mueren» en cada rebote (¡¡44!! ayer). Además, cualquiera está capacitado para «matarte». Anoche, por ejemplo, ni Rudy ni Mirotic, sus dos jugadores más determinante, fueron los que tiraron del carro. Tampoco Sergio Llull o Carlos Suárez, dos titulares indiscutibles para Laso esta temporada. Fueron dos «suplentes», Sergio Rodríguez y Jaycee Carroll, los que decidieron el partido. El base canario metió 12 puntos en ese fatídico último acto. Y el americano con pasaporte azerbaiyano otros 9 más. Entre los dos, 21 «castañas» que obraron la remontada blanca y dejaron a los de Repesa sin premio.

Lo cierto es que el Unicaja no fue ayer el equipo ansioso y timorato de este inicio de 2013. Pero con eso no le valió. El Real Madrid era el peor rival posible en el peor momento posible. Y es que al equipo de Pablo Laso le sale todo esta temporada. Juega al baloncesto que da gloria verlo, es un rodillo tan eficaz en la pista como atractivo para la grada y además es que le da lo mismo jugar en Madrid o como visitante y le importa un pepino que el partido sea de Liga Endesa o de Euroliga. Ellos ganan y ganan y ganan... Hasta ayer, que lo tuvieron todo en contra, también ganaron. Y van cuatro de cuatro en esta segunda liguilla continental.

La derrota deja al Unicaja anclado en la zona baja de la clasificación, pero con sus opciones intactas de estar todavía entre los cuatro elegidos de este «grupo E» europeo. Hay que recordar que este nuevo formato del Top 16 es con una liguilla de 14 jornadas. O sea, que restan 10 partidos todavía más por jugarse. Es verdad que el Unicaja está con un pobre balance de 1-3, pero sólo ha perdido un partido en casa (ayer) y contra un rival que, presumiblemente, ganará en todas -o casi- las demás canchas de este grupo. Vamos, que el pase a cuartos de final no está perdido a pesar del 64-72 contra el Real Madrid y todo puede cambiar sí además de competir se consiguen sumar victorias los días que pasen por Málaga el Zalgiris, el Panathinaikos, el Efes o en las visitas a los dos alemanes, por poner algunos ejemplos.

Habrá que agarrarse, además, a los brotes verdes que se vieron ayer. Estoy seguro de que jugando así, el Unicaja estaría clasificado para la Copa y, quizás, como cabeza de serie. Pero el problema es que la versión cajista del día del Barça o de ayer mismo no tiene nada que ver con la de otros muchos partidos en los que la actitud ha brillado por su ausencia.

Toca pasar página, aunque lo que viene es más de lo mismo. El domingo repetimos. Otra vez el Real Madrid, esta vez en versión Liga Endesa. Será a las 12.40 (La1). Difícil, pero ayer se vio que no imposible.