No sé qué pudo decirle anoche Joan Plaza a su equipo cuando tuvo delante en el vestuario a los 12 tíos que se dejaron la piel en la pista. ¿Qué transmitirle a un equipo que se ha vaciado, que se ha dejado el alma, que ha tenido contra las cuerdas al mismísimo Real Madrid? Un equipo con mayúsculas, que tuvo la victoria a tiro, que forzó la prórroga, que enmudeció una y otra vez al Palacio de la Comunidad de Madrid y que recuperó tiempos pretéritos. Tiempos en los que jugar y ganar un partido en semifinales era posible. Días de vino y rosas en los que se les ganaba eliminatorias por el título al Madrid.

No sé qué pasará en esta serie de «semis»... Si el Madrid nos meterá un 3-0 duro y seco. Si mañana el Unicaja volverá a presentar la batalla que dio anoche. Si en el Carpena regresará a ese embrujo, con 11.000 gargantas en la grada, un mismo sentimiento unido y un rival acomplejado por lo que se le viene encima. Sólo les puedo decir que el aperitivo de ayer gustó en los paladares más exigentes. Que el baloncesto fluyó por el equipo verde. Que cada jugador se lo creyó y jugó a las mil maravillas, teniendo su momento, su rol. Con disciplina espartana e imaginación, un Unicaja inolvidable y ojalá que repetible de nuevo mañana lo tuvo en su mano. Lo tuvo cerca. Casi lo estaba tocando...

La derrota es dura. Porque el Unicaja se lo creyó. Pero ésa debe ser la lectura. Los 10 jugadores que anoche saltaron a la pista, además de Vidal y Sabonis, ya saben que los de blanco también sufren, que tienen bajones, que no son infalibles y que, a base de entrega, concentración, defensa, energía y un juego colectivo encomiable, la serie de semifinales puede durar cuatro o hasta cinco partidos.

Quizá, llegado el momento, puede que dependa del Real Madrid. De sus infinitos recursos. Pero a poco que los blancos bajen la guardia ya saben que habrá un rival muy «coñazo» delante. Capaz de ir por delante en el marcador durante 30 minutos, tener más de 10 puntos de renta en el tercer cuarto (45-57) e incluso forzar la prórroga (83-83) cuando se perdía 81-76 unos segundos antes.

Este Unicaja no baja los brazos. No se arrodilló anoche en Madrid. Y, qué quieren que les diga, viendo el rival, su colosal temporada, su título de Copa, su subcampeonato de Euroliga, su primer puesto en la Fase Regular... Yo no puedo más que saludarles, estrecharles la mano y decirle a los ojos que gracias por el espectáculo de anoche. De nuevo, tras mucho tiempo, miles de malagueños se pegaron anoche a la tele para ver por Canal Sur 2 cómo su equipo defendía con orgullo y pasión su escudo. Que salía a la pista enrabietado y rápido. Nada había que perder y se jugó de maravilla.

La afición del Palacio de la Comunidad de Madrid tuvo que pellizcarse para comprobar que lo que estaba pasando en la pisa era cierto. Un ciclón vestido de verde se comía literalmente al Madrid. Con una defensa perfecta, intensidad a raudales, intimidación con Fran y sin dar concesiones, el Unicaja vio aro con una facilidad pasmosa. De 2-4 se pasó a 2-6 y de ahí a 4-10 y cuando Caner-Medley puso el 6-14, el partido volvió a romperse. Ni por el Madrid ni por el Unicaja, sino por la electrónica. Tras 15 minutos de espera, cuando sólo habían transcurrido 13 segundos (2-0), hubo que esperar otros 10 más porque los dados de los cronómetros de los soportes de las canastas que marcan el tiempo de posesión y, en pequeño el que resta para el final del cuarto, se averiaron.

Pero al Unicaja no le molestaba nada anoche. Y siguió a lo suyo. Jugó mejor, con más interés y con más concentración. Fue mucho mejor que el Madrid: 6-17. Lo que ocurre es que el Madrid te penaliza cada fallo y te mata en cada despiste. A base de ramalazos de clase de sus cracks navegó con viento a favor (20-21) hasta que la segunda unidad de Joan Plaza sembró el caos en el rival.

Calloway era pura electricidad, Urtasun se lo creyó de principio a fin, Suárez, de «tres» o de «cuatro» hacía daño, Hettsheimeir también... Un mate de Kuzminskas ponía al descanso la máxima del partido para los verdes: 41-52.

Un dos más uno de Fran Vázquez marcó el límite de los sueños... 45-57. Cinco puntos del excajista Darden, la fuerza de Llull y las canastas de Bourousis acortaron la renta (53-58). El Unicaja sabía que no podía hacer algo grande anoche sin sufrir. Y lo hizo, vaya que si lo hizo. Toolson y Granger querían más (63-68), pero el Chacho puso el 67-68 al final del tercer cuarto del partido.

Desde el 2-0 inicial no iba el Madrid por delante en el marcador. Había llovido... Lo logró, poniendo todo lo que tenía en el partido: Chacho, Llull y Rudy por fuera. Pura dinamita. Sergio (72-70) y Sergio (74-70) parecía que rompían el primer partido.

Pero el Unicaja jamás baja los brazos. Es una virtud inculcada a fuego por Plaza. Aquí nadie saca la bandera blanca, y mucho menos ante el Madrid. Así que el equipo devolvió cada canasta. Primero Carlos Suárez y luego Ryan Toolson. Empate y el Chacho no encontró el aro: 83-83.

En la prórroga decidió la clase de Mirotic. Hubo una oportunidad para volver a empatar, pero el Unicaja no tiró. Con 96-93. Yo no les voy a reprochar nada. Cabeza alta y a ganar mañana. Se lo han merecido.