El Darussafaka Dogus es de esos equipos que pueden considerarse trampa y de los que no te puedes fiar ni un pelo. Como decía Joan Plaza en la previa, es un conjunto hecho a base de talonario y que ha reclutado hasta a once jugadores nuevos esta temporada, en la que ha conseguido una invitación por parte de la Euroliga para participar en su competición.

Una escuadra que tiene mucho talento y un entrenador reconocido, eso siempre supone un peligro añadido a la hora de enfrentarte a ellos. Quizás aún sea un proyecto, aunque muy ambicioso, todavía en ciernes, y por ello carente de esa consistencia necesaria para poder tener una cierta regularidad en las dos competiciones que disputan, la Liga turca y la Euroliga.

Sin embargo, como advertía el entrenador cajista, era necesario que su equipo saliera a la pista con la concentración y la tensión necesarias para no dejar al conjunto otomano poder desarrollar el talento que atesora. Era fundamental no cometer los errores frente al Baskonia, las numerosas pérdidas y los malos porcentajes en los tiros de dos y en los libres fueron una losa que un equipo que compite a este nivel y ante estos rivales, no se puede permitir.

Con esa idea en la cabeza saltó el Unicaja al parqué del Jose Mª Martín Carpena, dicen que la grandeza de un equipo está en las veces que consigue levantarse cuando se cae, y al primer tropiezo, este equipo ha reaccionado de manera excelente, recuperando rápidamente esas señas de identidad que lo identifican y corrigiendo esos errores que provocaron la derrota en la última jornada de la Liga Endesa.

Los porcentajes mejoraron en los tiros de dos y sobre todo en los libres donde se estuvo cerca del 93 por ciento, con tan solo un desacierto en los 13 tiros que se intentaron. Pero fue en el apartado de las pérdidas donde hubo un cambio radical, atrás quedaron las 20 que lastraron al equipo el pasado domingo y ayer tan sólo hubo seis, una cifra magnífica cuando de pases errados se trata.

Así a partir del segundo cuarto el conjunto verde no dio opción alguna al Darussafaka que a pesar de no perderle la cara al encuentro hasta que faltaban pocos minutos para el final. Se veía siempre a remolque de los malagueños, que eran los que marcaban el ritmo del partido en todo momento.

Fue un choque en el que casi todos los jugadores rindieron a gran nivel. Podría nombrar a Hendrix, Thomas, Vázquez, Kuzminskas o Jackson, que estuvo especialmente inspirado en ataque, pero me gustaría quedarme con dos que me parecieron claves por distintos motivos, uno Carlos Suárez por la intensidad defensiva que le impregnó al equipo y por su actividad tanto en el rebote ofensivo como defensivo; y Markovic, soberbio en la dirección y magnífico en las asistencias (llegó a dar nueve) pero todas ellas dejando a un compañero suyo sólo bajo el aro.

El Unicaja sigue con paso firme en este comienzo de Euroliga y cuenta sus partidos, tres, por triunfos, además en todos ellos dando la sensación de que era superior a su rival y merecedor de la victoria. Una buena noticia de cara al futuro, y la semana que viene un nuevo partido en casa, o lo que es lo mismo, una nueva oportunidad de seguir creciendo y sumando en esta competición.