Jamar Smith es un luchador. Nada en su vida ha sido sencillo. Pero siempre se ha levantado, siempre ha respondido cuando ha encajado un golpe. No iba a ser menos ahora, cuando una caída salvaje, el pasado 7 de febrero, en La «Hamburguesa» del Santiago Martín de Tenerife, le rompió los ligamentos del tobillo derecho. «Pensé que la temporada se había acabado para mí, sentí el mayor dolor de mi vida», dice ahora, tres meses y medio después.

A Jamar nadie le ha regalado nada. Es un hombre hecho a sí mismo. Un chico con unas cualidades asombrosas para jugar al baloncesto, un talento natural, un tiro que en los entrenamientos del Unicaja dicen que es sencillamente «perfecto». Se equivocó, como todos. Era un chico, con sólo 19 años, y tuvo un percance con un coche en la Universidad de Illinois. El accidente dejó herido a un amigo y a él, en comisaría, porque había ingerido alcohol. Tuvo problemas con la bebida, fue reincidente y acabó por un breve tiempo en la cárcel. Pero Jamar aprendió la lección, se rehizo y se convirtió en un hombre nuevo.

Nacido el 7 de abril de 1987 en Peoria (Illinois), el escolta regresó a la vida educativa, en la Universidad de Southern Indiana. Hizo luego las maletas a Europa. Del Brose alemán, pasó al Hapoel Gilboa de Israel y de allí al Limoges. Ese fue su salvoconducto al Unicaja, a España y a Málaga. «Me encanta», dice. «Yo estaba jugando mucho mejor justo antes de la lesión y espero dar lo mejor durante el play off», explica, tras quitarle el puesto a un amigo, a un íntimo, como Kenny Hayes.

«Somos profesionales y queremos jugar. Queremos jugar para el equipo y ayudar al equipo. Pero por encima del equipo, somos amigos. Y eso no va a cambiar. Si él juega bien, yo voy a ser su fan número uno», comenta.

Llega el momento clave de la temporada, el Unicaja se ha recuperado, como él. «El equipo está en crecimiento. Todo el mundo está muy unido, juntos. La gente se pasa el balón. Y todo el mundo está jugando un gran baloncesto», dice antes de confesar que el vestuario está «muy feliz» por haber amarrado el sexto puesto.

El cambio dentro del equipo ha sido brutal. Jamar apunta dos nombres: Nedovic y Markovic. «Stefan es muy importante para este equipo porque él es un jugador que lo hace todo fácil, él conoce el juego y conoce las situaciones, él entiende el básket muy bien».

Los dos han vuelto en el momento oportuno. A un par de semanas de que arranquen los play off por el título. Los dos han ayudado a lograr la sexta plaza y ambos se dan la mano ahora, cuando el sol más calienta. ¿Un rival para los cuartos de final? «Valencia, Madrid, Barcelona... han sido los tres mejores equipos», argumenta Jamar, que se siente como en casa. «El entrenador, el staff, los compañeros... todo el mundo genial aquí, es como una familia. Y espero quedarme aquí», desliza el escolta tirador, que promedia un 44% en triples.

«Claro que quiero quedarme aquí Málaga, pero ahora nuestra mente está sólo en el Obradoiro y en los play off. Y hablaremos seguro de la próxima temporada cuando acabe este curso», insiste Jamar Smith, que ríe constantemente, que chapucea el español, que quiere ser grande en el Unicaja.