Un parcial de 21-0, entre el final del primer cuarto y el inicio del segundo, ayudó al Unicaja ayer a cambiar los pitos iniciales de su afición por palmas, a enterrar de un plumazo todos los fantasmas previos y a dejar a un lado el amago de crisis de las últimas horas. La panacea cajista llegó gracias a un partido muy cómodo ante el Montakit Fuenlabrada, que ayudó sacando la bandera blanca al primer contratiempo que se le presentó sobre el parqué. Su resistencia ayer fue nula y eso lo agradecieron el equipo y la «marea verde».

Era un partido con mucho en juego. Deportivo y anímico. La grada no habría perdonado otro traspié a los verdes. Quizás por eso, el equipo salió con más hambre que nunca y mostró el «instinto asesino» que le ha faltado otros días cuando se ponía 8 ó 10 arriba. Ayer estaba 10 arriba y quería 12. Y si estaba 18, moría en defensa para buscar los 20 ó 21 en el ataque posterior. Hasta ¡¡29!! llegó a tener de renta antes del último cuarto de la «basura». Lástima que esa actitud no haya sido el pan nuestro de cada día en lo que va de curso, las sensaciones serían otras.

Los de Joan Plaza tenían que ganar sí o sí al «Fuenla». Había que frenar la deriva que empujaba hacia el abismo a este proyecto mal parido en verano y que estas últimas semanas había mostrado todas sus carencias, sobre todo en el doble duelo europeo ante el Valencia Basket. Y es que ante un presunto rival directo este curso van tres derrotas en otros tantos partidos (las dos europeas y la de la ACB). Un balance tan sonrojante como inesperado, que ha provocado desazón y pesimismo en el entorno del equipo.

No hay que ponerle pegas hoy al equipo tras su contundente triunfo. Pero el paseíto de ayer tampoco es para sacar mucho pecho. El Fuenlabrada fue el rival perfecto en el momento justo. Los madrileños no creyeron nunca en sus posibilidades. Jugaron asustados desde el minuto 1 y cuando el Unicaja metió la directa se quitaron del medio de una manera poco decorosa para lo que se espera de un equipo de la Liga Endesa.

Dentro de la alegría general, los que hoy están más contentos son los de la botella medio llena. Los números les avalan: tercera victoria seguida en Liga Endesa (UCAM Murcia, Tecnyconta Zaragoza y Montakit Fuenlabrada), quinto en la clasificación con cuatro victorias de ventaja ya sobre el noveno (Bilbao Basket) y a solo dos del segundo (Iberostar Tenerife) y una del tercero (el FC Barcelona Lassa). Vamos, una situación idílica para seguir peleando por la zona noble de la tabla.

El nombre propio de ayer fue Alen Omic. No porque el pívot esloveno hiciera un partidazo, pero sí porque debutó ante su público. Plaza le dio muchos minutos y él respondió con rebotes y alguna canastita. Habrá que verlo en «guerras» más duras, pero el pasito al frente está dado.

En fin, que hay que estar satisfechos. Aunque lo cierto es que el problema de este Unicaja no está en el Carpena, el reto es ganar fuera con regularidad y, sobre todo, hacerlo ante equipos con aspiraciones tipo Herbalife Gran Canaria, rival precisamente el sábado que viene en Las Palmas. Ahí sí que se verá si lo de ayer es de verdad o solo fuegos de artificio. Antes, que nadie se olvide, «final» europea el miércoles contra el Alba de Berlín (20.45 horas). Una victoria verde, unida a una derrota del Cedevita en Valencia, dará al equipo el pase a cuartos de final de la Eurocup. Lo dicho: ¿quién dijo crisis?