Un padre y un hijo viajan en un coche. Tienen un accidente grave. El padre muere y al hijo se lo llevan al hospital porque necesita una compleja operación de emergencia. Llaman a una eminencia médica pero cuando ve al paciente dice: «No puedo operarlo porque es mi hijo». Si al leer esto pensaste que la eminencia médica era la madre del chico, no quiere decir que no seas machista, sino que eres inteligente.

El 8 de marzo de 2018 se recordará como una fecha histórica. Esperemos que pronto lo que pasó ese día se recoja en los libros de texto de todos los niños. La educación es primordial. La imagen que dio nuestro país al mundo fue preciosa. Por una vez, me sentí orgulloso de la sociedad a la que pertenezco por movilizarse para luchar juntos por una injusticia.

Actos como estos siempre se aprovechan para politizarlos. Eso me da pena, porque era una magnífica oportunidad para estar todos unidos reivindicando la igualdad, que es un problema tan antiguo como casposo, que me hace pasar vergüenza por ser hombre.

No puedo comprenderlo. Tenemos madre, hermanas, hijas, sobrinas, novias, mujeres, amigas, compañeras. Pero somos machistas. Sí, todos los somos. Aquí no vale decir que yo no lo soy. Aunque fuera verdad, tenemos responsabilidad desde el momento que sabemos que sucede aunque sea en otros entornos lejanos al nuestro y no hacemos nada. Si tenemos la suerte de no conocer casos, tampoco estamos exentos de movilizarnos. Estamos obligados a hacerlo por todas esas mujeres que no conocemos, no sabemos ni como se llaman, pero que sufren desigualdad por el único hecho de ser mujer.

¿Quién nunca sonrió con un chiste machista? ¿O con un comentario sobre una mujer que conduce? Yo mismo muchas veces cometo el tremendo error de decirle a Ana que ya le he fregado los platos o le he recogido la cocina. Como si los platos fueran suyos o la cocina territorio exclusivo de ella. Muchas veces te sale sin pensar, pero te sale. Eso no es excusa válida.

En pleno siglo veintiuno todavía en la partida de nacimiento de una mujer la catalogan como hembra. ¡Letal! Esto no me lo invento. Lo he visto con mis ojitos antes de escribir este artículo precisamente.

Sin duda que hay algún avance. Pero no tienen valor alguno en cuanto todos sabemos que hay mujeres que mueren víctimas de la violencia de género. Y cada vez mueren más. Es lamentable. ¡Basta ya!

Trabajo en el deporte. Aquí la desigualdad es grande. Diría que tiene una doble vertiente. Por un lado, no veo entrenadoras en el baloncesto masculino. Ni entrenadoras ayudantes. Tampoco hay preparadores físicos mujeres. Sí se van incorporando algunas fisioterapeutas y médicos. Antes, todos teníamos una delegada en el equipo. Ya ni eso, gracias a Dios por cierto, porque es un error que una chica solo te pueda ayudar como delegada. Poco a poco vamos viendo árbitros mujeres, pero en proporción mínima. Sí hay más chicas auxiliares de mesa. Que de todas las facetas que rodea a un partido de baloncesto, sólo en esta haya más mujeres es deprimente. Lentamente se van sumando algunas directivas y hay alguna presidenta. ¿Entrenadoras trabajando con chicos? Alguna, pero incomparable con el número de entrenadores que hay dirigiendo a chicas.

Pero os digo que hay doble vía en esa desigualdad porque el talento que existe en el baloncesto femenino en particular y en el deporte femenino en general es tremendamente superior al masculino. Curioso, ¿eh? Mucho más talento pero menos reconocimiento, menos valoración y menos dinero invertido. De sueldos ni hablemos. Nuestro deporte puede ser un ejemplo de liderazgo femenino. Personalmente me siendo muy orgulloso por sentirme representado por nuestra selección femenina de baloncesto. O Anna Montañana, entrenadora ayudante en Fuenlabrada ACB, un equipo profesional de chicos.

Un paso importante lo dieron ellas este 8 de marzo. Debe ser un antes y un después a favor de la igualdad. Queda mucho por hacer y mañana es tarde porque hay siglos de retraso. Pero no hay que hacerlo porque son mujeres. Debemos hacerlo porque valen mucho y tienen un talento tremendo. Yo el primero, que tengo el mejor ejemplo de ese talento femenino en casa.