Una buena parte de las agrupaciones que participan en el concurso de canto del Carnaval de Málaga han tomado por costumbre utilizar clichés para rematar sus repertorios. Tal es el caso que en el último lustro he podido observar como hay personajes que sirven para rematar un repertorio de una forma digna pese a la reiteración. La fealdad de Paquirrín, la gordura de Falete o toda Belén Esteban son algunos de los asuntos que siguen en el candelabro con el paso de los años. Ya sé, no hace falta que me lo repitan, que yo no soy capaz de subirme a las tablas y defender un repertorio, pero tampoco tendría huevos para tirar un penalti en un partido de Liga y todavía sigo riéndome del que falló Roberto Baggio en el Mundial de Estados Unidos en la final contra Brasil. Diciendo esto nos ahorramos algo de tiempo. Todo el mérito y mi respeto para quienes exponen su obra artística al juicio de miles de personas y que son conscientes de que se han de enfrentar a un crítica absolutamente subjetiva. La música y las letras son cosas de sentimientos y emociones, no ciencias exactas.

Como en El Club de los Poetas Muertos, procedan a arrancar las páginas de su memoria donde esté escrito que el Carnaval es una ciencia, que hay que pensar de una forma concreta y no salirse del guión. Hacer borrón y cuenta nueva cada año ayudaría a que esta fiesta siga creciendo. Claro, y escuchar las críticas que caen desde las tablas para recapacitar. Por eso: Falete, a ver si adelgazas.