En nuestra Málaga, sus distintos ámbitos, los mundos que en ella se desarrollan, interactúan y se entreveran con la misma naturalidad con la que el sol sale cada mañana por el levante paleño.

Las letras de febrero pregonan devociones en el escenario cervantino y nuestros tronos de Semana Santa salen antes del corazón de los comparsistas que de las casas de hermandad. “Si es que 'semos' los mismos” diría “el malagüita” con mas razón que un santo.

La, proximamente centenaria, estructura de la Agrupación de cofradías vértebra una sociedad que es la nuestra y que ha sido el espejo en el que se han mirado casi todos los movimientos populares que nos siguen representado a los vecinos de “la Ciudad del Paraíso”, esa donde los autores carnavaleros parafrasean al novel Aleixandre.

Las cofradías son unos organismos muy democráticos en el que se recogen los votos de todos los cofrades de cuota que en paridad y que, previo pago religioso de su cuota, tienen el derecho de elegir en primer lugar a su hermano mayor y a su propuesta de junta de gobierno y más tarde en cabildo general refrendar o no la línea de actuación de dicho órgano de gobierno. Ese representante cofrade, en algunos casos voz de más de 3.000 hermanos, y sus delegados, eligen al presidente de la Agrupación. Para ser un asociación que algunos tildan de “antigua” está bastante equilibrada democráticamente hablando. Entre el carnaval y la cuaresma 60 años nos separan en lo que a voz y voto se refiere.

En la tercera semifinal se cerró un arco temporal entre la comparsa “Palosanto” del maravillosamente irreverente y anticlerical Máximo Gómez y su “De una casa encalá”, pasodoble que retrata a un parado haciendo el recorrido de Jesús Cautivo en Lunes santo, y el “Evangelio” de Miguel Gutiérrez Jansen en “Ciudad del Paraíso” con defensores malagueños como testigos afortunados de los milagros del “de la túnica blanca”. Miguel se graduó con matricula en un templo de las coplas donde Maxi es catedrático en aprobar tesis doctorales. Uno cofrade y testigo activo del movimiento cofrade, el otro, látigo de actitudes inaceptables dentro de la cristiandad.

Son vasos comunicantes y la Semana santa se beneficia de los caídos en la batalla del carnaval. El añorado Alberto Zumaquero se ve reflejado en su hija Valentina tomando el escenario infantil de la fiesta y sigue sentado cátedra en el pentagrama cofrade con su banda mientras su guitarra se aburre en un rincón. Sergio Lanzas dará el pregón cofrade más esperado de los últimos años y sus palabras nos emocionarán con toda seguridad sin el mas mínimo atisbo del ritmo del 3 por 4 que alguien consiguió amordazar con la desidia de un: "Pues, esto es lo que hay”. Julián González, “El Juli” cronista insobornable del concurso, se cansó de derrochar su acreditada opinión entre oídos no cualificados, sordos a la explicación más amable. Ahora con el sentido puesto en sus jovencísimos músicos del Rocío mira el carnaval de soslayo mientras un tiempo precioso se pierde y la música sigue sonando.

Son días de concurso y “esto es carnaval”, aunque en noches previas a la calle en algunas voces autorizadas se masque la tragedia.