James Quinn, el irlandés que fue detenido en 2016 por el asesinato a tiros un año antes de su compatriota Gary Hutch en una urbanización de Mijas, ha sido condenado por la Audiencia de Málaga a 20 años de prisión por colaboración necesaria en el crimen que desató una brutal guerra de bandas en Dublín.

De acuerdo con el veredicto del jurado, el tribunal considera que Quinn actuó con otra persona que no se ha podido identificar tras recibir el encargo de acabar con la vida del sobrino de Gerry Hutch, el principal enemigo en Irlanda del clan que la familia Kinahan lidera desde la Costa del Sol. La resolución considera que Quinn se dirigió con su compañero al domicilio de la víctima el 24 de septiembre de 2015 para ejecutar un plan preconcebido. Este consistió en que el condenado esperara en el vehículo que previamente habían robado mientras su acompañante, que se tapó la cabeza con un pasamontañas, accedía a la urbanización de su objetivo. Allí sorprendió a Hutch y disparó al menos quince veces hasta que, tras una breve huida por el jardín, la víctima cayó herida y fue rematada en el suelo con dos disparos en la cabeza. Los miembros del jurado no consideraron probada la tesis del fiscal de que el acusado fuera quien disparara, aunque en el vehículo que abandonaron e intentaron calcinar tras el crimen se halló una gorra con su ADN que lo sitúa en la escena del crimen.

El tribunal del jurado también acredita que la pistola hallada en el registro de la vivienda del procesado de Benahavís era de su propiedad, pero no considera probado que éste perteneciera a un grupo criminal ni que cobrase por acabar con la vida de la víctima, como defendía el fiscal, quien aseguró que Quinn llevaba un alto nivel de vida en España y disfrutaba de coches de lujo y múltiples viajes al extranjero.