Sin protección; ni siquiera de las capas de cal que suelen presentar muchas parroquias cuyas fachadas se adornaron en su día con pinturas. Así se encontraron en la iglesia manilveña de Santa Ana los frescos que hoy salen a la luz, tras una restauración que se ha prolongado desde septiembre y ha supuesto casi 400.000 euros de inversión.

«Nada de esto hubiese sido posible sin la labor del párroco de Manilva, José Antonio Melgar, porque de su insistencia partió el acuerdo entre el Obispado y el Consistorio por el que hemos logrado recuperar un patrimonio que para una localidad como esta es de incalculable valor», explican los responsables técnicos que junto a la adjudicataria de las obras, Cyra Construcción y Restauración, acaba de ultimar los trabajos que van a permitir que el templo muestre su imagen, totalmente reformada, las primeras semanas de mayo.

Beatriz Martín, una de las restauradoras de Tarma Restauración y Patrimonio S.L., subraya el interés de los frescos en los que acaban de intervenir: «Son del siglo XVIII y presentan características únicas en la provincia, donde excepcionalmente encontramos multitud de fachadas decoradas, a diferencia de lo que suele ocurrir en el resto de España».

Acerca de ese deterioro que presentaba esta fachada en la parroquia de Manilva, esta técnico insiste en que, al no tener revestimiento posterior a su creación, «los frescos estaban muy perdidos, sobre todos los colores. Ha sido en ese aspecto un trabajo bastante complicado de recuperar». Hasta media docena de técnicos han aunado sus esfuerzos, junto a decenas de operarios que han trabajado en estos últimos más de siete meses para la culminación del proyecto.

El arquitecto Jesús Castaño y el aparejador Ernesto Ramírez han dirigido las obras. El primero confiesa que no era normal «que ni siquiera estuviese catalogado el edificio, con el consiguiente abandono del exterior». Afirma que la iglesia estaba de puertas a afuera «bastante deteriorada». Tiene especial interés la intervención en la vidriera principal: «Estaba totalmente cegada, de manera que muchos vecinos no sabían ni de su existencia, pese a que era de grandes dimensiones». De hecho, durante este proceso se le encomendó a la empresa malagueña Viarca la elaboración de la vidriera, de más de dos metros de ancho.

«Trabajar en un proyecto con estas características es muy satisfactorio. Por un lado por el valor de la parroquia en términos religiosos, pero también porque supone darle a Manilva un nuevo elemento patrimonial. Estaba ahí, pero muy deteriorado y sin la posibilidad de admirarlo», matiza Castaño.

Beatriz Martín explica que llaman poderosamente la atención las cuatro caras de la torre de la iglesia, con capiteles de orden corintio. Pero no menos curiosas son las pinturas que aparecen en el friso que remata y vuelve por toda la torre.

En esta parte del monumento eclesiástico, que se construyó en el siglo XVIII después de reformarse un edificio más pequeño del siglo anterior, también son muy singulares las decoraciones que simbolizan unos pájaros y elementos vegetales. Aunque en Málaga capital y en algunos pueblos de la provincia se repiten determinados patrones o elementos, estos son únicos dentro del mapa malagueño.

«En el resto de la fachada hallamos simulación de fábrica de ladrillo con cajones, que son menos peculiares en relación a otras muchas fachadas malagueñas», incide. Los técnicos destacan la implicación en el proyecto desde el alcalde, Mario Jiménez, hasta el concejal delegado de Obras, Antonio Barragán.