Durante los acontecimientos del 23 de febrero de 1981, mientras el resto de españoles permanecían en sus casas atentos a las mínimas informaciones que llegaban acerca de lo que ocurría en el Congreso de los Diputados, un ciudadano mantenía contacto directo con los guardias civiles que protagonizaron el asalto. Juan García Carrés, «un hombre muy relacionado con la ultraderecha», destaca Juanma Lara, actor malagueño que da vida a este peculiar personaje.

Reproducir de forma natural las conversaciones telefónicas que García Carrés mantuvo con el teniente coronel Antonio Tejero ha sido la compleja tarea de Lara. «Nos ha costado mucho trabajo hacer en serio estas rocambolescas conversaciones. Tuvimos que rebajar el tono para que no se convirtiera en una comedia surrealista porque García Carrés es un hombre que bien podría ser un personaje de El Jueves, como Martínez el Facha».

«¡Que es España, coño! ¡Viva España, coño!». Las frases de Carrés, a quien Tejero le llamaba Juanico, han sido parodiadas durante años, a pesar de que la voluntad del dirigente del sindicato vertical franquista era que se desmantelara el joven y frágil sistema democrático español.

«Es como un personaje que confunde el dolor por su país, el orgullo patriótico, con el odio hacia lo diferente, que es donde radica el fascismo más rancio. Y aunque aparentemente digan que quieren y aman a España, la verdad es que no hay nada de amor en sus acciones, solo odio», destaca Lara.

El actor considera que en Carrés había más voluntad que certeza en el triunfo del golpe, lo que justifica la fuerza con la que se dirige a Tejero para animarle ante la evidente tardanza del apoyo militar.

«García Carrés creía firmemente que el golpe iba a salir adelante y que se iban a acojonar todos los comunistas. Tenía ese convencimiento hasta que ve cómo la cosa se va poniendo negra cuando comienzan a fallar los apoyos militares. Y cuando ya se da cuenta de esta situación, lo único que le queda es arengar a Tejero para transmitirle una realidad que no existía».

Pero Carrés no renunciaba: «¡Qué cojones! No os dejéis engañar. No renuncies». Sus ánimos a Tejero no dieron el resultado que esperaba y fue condenado a dos años de cárcel por conspiración.