Las Jornadas Europeas del Patrimonio son, sin duda, una muy buena noticia para todos, pues no solo sirven para mostrarnos la inmensa masa patrimonial que atesora Andalucía sino que también, a poco que lo pensemos, crea en nuestras conciencias la urgente necesidad de su defensa y difusión.

Málaga y su provincia son, a todas luces, rincones privilegiados de Europa por el alto nivel del patrimonio que atesoran, ya que sus pueblos, sus paisajes y sus tradiciones poseen el encanto de lo que somos y el recuerdo vivo de lo que un día fuimos.

Abundan en estas tierras rincones tan pintorescos que nos dejan la boca abierta. Paisajísticamente, a veces, recorriendo la montaña malagueña, tengo la impresión de haber dado la vuelta al mapa y andar subiendo cuestas de la montaña asturiana. Lugares tan impresionantes y bellos, tan al alcance de la mano, como el que nos proporciona el río Chillar, están a la cabeza de muy pocos lugares de ensueño, de los que en el mundo caben. Y si nuestros paisajes gozan de una belleza singular, el testimonio de las civilizaciones que nos precedieron y de su arte gozan también de eso que bien podríamos definir como exquisitez admirable. Ahí están Archidona, Antequera, Mijas, Frigiliana, solo por poner algún ejemplo, como muestra del arte de otros tiempos y muestras de costumbres y construcciones populares. Ahí cuelga la Alcazaba que mira al Teatro Romano, como miran los sueños el paso de los años. Ahí están las murallas de los que un día nos precedieron y que bien encontraremos a poco que busquemos.

Resta por señalar la riqueza de nuestras tradiciones, tan presentes y patentes en nuestra provincia. Baste recordar el origen de todo eso que un día trocó en Flamenco y que todos conocemos como Verdiales. Una vez tropezamos sin querer hacerlo, pero nuestro patrimonio algún día volverá a reavivar el sueño de una Capitalidad Cultural que se nos mostró inalcanzable. No me cabe la menor duda de que Málaga bien que lo vale. Ojalá que en estos tiempos de crisis, alguien tome nota y sepa invertir en futuro, en nuevos tiempos que llegarán con los años, para que nuestro patrimonio siga gozando de la buena salud que, a veces, también atesoran los viejos.