Que al comprarse la revista porno Hustler te endosen un 4% de IVA e ir a ver Lope De Vega al teatro un 21% te hace pensar en la baja calaña de nuestros gobernantes. Pero más flagrante es que te metan trescientos euros de multa por ir con Stop Desahucios a protestar, o tres mi euros a los abuelos de las preferentes en Galicia. También es para mear y no echar gota ir a a la Feria de Fuengirola y que parezca un cortilandia de casetas con la misma música temática, mezclado con mujeres, hombres y viceversa de polos de gaviotas y miradas inquisitoriales por no ser uno más en la guerra de los clones peperos; gran parte de la culpa de que una alcaldesa folclórica homogenice una fiesta la tiene un pueblo que mira más para Jerez y Siempre Así, cuando todo el año está comiendo de los extranjeros. Que la señora Alaya no meta mano a los empresarios detrás de los ERE, que tienen a punto de caramelo la prescripción, y dé carpetazo al caso de los hermanos de la ministra Báñez es algo a tener en cuenta. Que la única norma medianamente en condiciones, la doctrina Parot, sea denunciada por Estrasburgo, poniendo a huevo la salida de etarras, violadores y asesinos, cuando no se es capaz de denunciar los crímenes del franquismo, la apología nazi, a los ladrones de guante blanco que nos hacen pagar una deuda privada con dinero público, a un gobierno que está violando a la educación, la sanidad y el arte con saña y revanchismo... Pienso en todo esta mañana echándole un vistazo al periódico y poniéndome la leche del café agria como la cara de Montoro, con esa risa del tonto del pueblo al que le toca La Primitiva.

Razón tiene mi gran amigo Sergio Cascales, productor y técnico de sonido ahora en Guadalajara, México, cuando me dice: «Qué carajo he hecho estos cuatro años aquí, viviendo con un pie en el cuello y con la eterna duda de qué pasará el mes que viene... Ni te lo pienses, zurdo, vente una temporadita por aquí», me cuenta mientras prepara su clase para la maestría en estudios cinematográficos en la Universidad de Guadalajara en materia de sonido -no tardaron ni un día en responderle para ofrecerle trabajo-.

Trabajo y sobre todo tranquilidad mental es lo que ha ganado, eso sí, a casi diez mil kilómetros de su tierra. Cómo podemos dejar que nos estén llevando veinte años atrás en el progreso. El Estado de derecho, como dice el estómago agradecido de Paco Marhuenda en televisión, se tiene que acabar para ser más competitivos... Oiga usted, yo no quiero competir con nadie; yo quiero vivir, vivir tranquilo en un país donde nadie sea más que nadie por la cartera, ni delante de un juez, ni delante de un médico -al que solo pueden acceder los que tienen cuenta en Quirón; luego se ponen las ministras el lazo rosa contra el cáncer de mama cuando se llevan con nocturnidad y alevosía los aparatos de las clínicas-. El atraso revanchista de este gobierno ilegítimo que nos gobierna, que miente en sede parlamentaria, que se salta su programa engañando a sus votantes y que se financia como le sale de sus narices sin que nadie diga ni mu. Mientras, la Santa Iglesia llevando a los altares a una parte de la cuneta. Eso sí, luego se rasgan la vestiduras porque un simplonato suelte que le da asco ser español... Pues léanse el artículo bien: no anda muy descaminado la criatura.