Dos clásicos de la dramaturgia, dos espejos de sus sociedades y sus tiempos. William Shakespeare, el certero diseccionador de dilemas éticos y morales a través de un verso evocador, y David Mamet, el hombre que usa otro escalpelo, el de los diálogos más callejeros y llenos de malsonancias -el celebrado Mamet speak-, para hablar más o menos de lo mismo, de los efectos de la sociedad, hostil, implacable, sobre el individuo. Tomás Moro, una utopía, del británico, y La anarquista, el estadounidense, ocuparán las tablas del Festival de Teatro de Málaga estos días.

José Luis Patiño, en el rol principal, y el malagueño Ángel Ruiz, bajo la dirección de Tamzin Townsend y el parapeto de la Fundación UNIR, son los nombres en negrita de un reparto coral de este gran montaje de la obra de Shakespare y otros autores isabelinos. Una pieza de estructura circular, que comienza y termina en las horas previas a la ejecución de Moro y que realiza un recorrido por la vida y obra de un hombre que tuvo tanto como perdió.

Para Townsend, una de las directoras más prestigiosas de nuestra escena, la obra retrata «un momento tremendo y crítico, cuando de repente todo lo que creía y veneraba un país se ve en peligro. El poder de un rey contra el poder de la iglesia. Inglaterra, la isla, contra Roma». Tomás Moro, una utopía supone también un interesante tapiz de personajes, ya que a lo largo de la obra Moro se cruzará con una serie de personajes históricos como Erasmo de Rotterdam, o el Obispo de Rochester, John Fisher, que fue sentenciado antes que él por su firmeza ante las imposiciones de su rey. La cita, hoy y mañana en el Teatro Cervantes a partir de las 21.00 horas.

Una mesa y un par de sillas le bastan a David Mamet para, con su contundencia habitual, abordar cuestiones políticas, sociales y, cómo no, profundamente personales. Porque en La anarquista una terrorista encarcelada durante 35 años se enfrenta a la última vista de apelación. ¿Puede salir a la calle? ¿Debe salir a la calle?

No es, según los críticos, ni mucho menos el texto más inapelable de Mamet -dicen que duró un día en Broadway, y que el fracaso le hizo replantearse muchas cosas al autor de Glengarry Glenn Ross-, pero también cuentan que su versión española se beneficia de la participación de dos intérpretes excelentes, de solvencia contrastada, como Ama Wagener y Magüi Mira. Mira, precisamente, encarna a la terrorista, una mujer se arrepiente de los asesinatos que cometió en su juventud, aunque alega que algunos de los más crueles delincuentes están en la calle y en posiciones influyentes, y ante todo no está dispuesta a renunciar a sus ideales. Una peripecia que no nos es desconocida en nuestro país y que seguro calentará un buen puñado de debates a la salida del Teatro Echegaray, donde esta pieza de cámara de David Mamet estará desde hoy y hasta el próximo jueves.