El estreno de Exit en el Teatro Echegaray para el Festival de Teatro de Málaga desde antes de comenzar ya daba indicios de su extraña constitución. ¿Por qué? Porque a falta de unos minutos para arrancar el patio de butacas permanecía casi desierto de espectadores. Pero sorprendentemente en cuestión de segundos se llenó. ¿Dónde estaba toda esa gente? ¿Me perdí algo previo? No. Simplemente llegaban justito. Cosa que hizo cambiar la cara de los intérpretes que ya deambulaban por el escenario concentrándose o calentando. Pero era una señal. Una señal del espectáculo del que íbamos a participar. No podía ser un comienzo normal para una obra que no lo es. Algo que hace especial esta propuesta. Es danza, es danza-teatro, hay texto, y posiblemente un descriptivo estudio de los personajes sobre los que se reflexiona, sintomatologías que en sí no lo separan a una categoría diferente, pero es tal vez su frescura creativa la que aporta el valor principal. ¿Ofelia y Hamlet se aman o no? Él no es libre, es un príncipe: ella tampoco, su familia se lo desaconseja. Ofelia y Hamlet son Alberto Cortés y Rebeca Carrera, y a la vez son sus propios personajes. Él es el director de una obra que va a montar con la bailarina, pero no saben qué pasos dar para llegar hasta un final que cierre la función. Y es ahí, en medio de esa vorágine creativa donde se mezclan personajes y personas. Nos cuentan hechos de su vida personal, haciéndonos avergonzar ante el embarazoso desparpajo con que se narran. Buscan amor, como poco un consuelo que venga de un beso de los espectadores, buscan algo de cariño para soportar el dolor que se desprende de sus vidas y el dolor que provoca la pesadumbre de un cierre creativo que no llega. Tal vez eso mismo es lo que les hubiese gustado a Hamlet y Ofelia, que alguien les hubiese dado un abrazo de consuelo y un mimo cariñoso. En una serie de secuencias que aparentemente parecen deshilvanadas la historia progresa por la de los personajes shakesperianos y los personajes Alberto y Rebeca. Él es el director, el que maneja los hilos, el que manipula a la bailarina tal como hizo Hamlet enamorando a Ofelia. Ella se deja llevar y se retuerce y contonea ante la mirada a veces impávida del otro. Y en medio sus confesiones, verdaderas o no, pero paralelas como versión actualizada del mito. La concepción estética, el juicio, el lenguaje, reflejan un espectáculo muy atrevido y fresco, hermoso, con sello propio, y con dos artistas, al fin, con algo interesante para mostrar.

Compañía: Alberto Cortés & Rebeca Carrera. Dramaturgia: Alberto Cortés y Cristian Alcaraz. Intervienen: Alberto Cortés y Rebeca Carrera.