"El músico malagueño inicia una colaboración con La Opinión, en la que nos relatará cómo es el día a día de un rockero de nuestro ciudad". Así comenzaba hace exactamente tres años y cinco meses este Vida y Milagros de un Zurdo. Que veinte años no es nada, ni ciento cincuenta artículos tampoco; lo que sí tiene valor es la cantidad de vida que contiene cada uno de ellos. Porque ha sido eso a pie juntillas, un periplo de aventuras y desventuras de un servidor, más allá del enunciado, pues, por desgracia, la vida de un rockero que se dedique a la música en nuestra ciudad no daría ni para medio artículo por la situación actual. Por eso me siento afortunado. En todo este tiempo he podido relatar las anécdotas más hilarantes que me han ocurrido -las que se pueden contar- por llevar esa vida a contra manga de la oficiosa vida civil, artista a tiempo completo. He narrado cronológicamente el amor creciente por la capital madrileña, hasta el idilio con el disco soñado con el amigo y maestro Candy Caramelo, y que ustedes han podido leer como un diario, desde dentro de la cocina. Momentos cúlmenes musicales, con Miguel Ríos, Ariel Rot, Leiva, Rubén Pozo, Jaime Urrutia, El Twanguero, Champanier, Niño Bruno, Fernando Martín, ídolos de la niñez y cuya amistad y generosidad conmigo ahora guardo como oro en paño. Sin olvidar a esos amigos inseparables de camino, como Manuel Moles o Adolfo Caimán.

También ha sido una foto semanal de mi estado de ánimo. No todo es divertimento y momentos para el recuerdo; la mayoría del tiempo es estar trabajando en la sombra, haciendo mil y un encajes de bolillo para poder financiarte un disco, comprar tabaco o tener algo suelto para poder tomarte una caña con tu señora; algunas semanas donde lo único que quieres es que te trague la tierra, los enfados y las alegrías, contadas como si de un amigo íntimo se tratase. Creo que es bueno que se sepa lo que conlleva elegir vivir así y así lo he hecho saber sin trampa ni cartón.

Los jaleados artículos de opinión y que tantos quebraderos de cabeza me han dado, por seguir tirando de corazón y vísceras y no de buenismo, mojándome tanto que alguna vez les habrá salpicado al pasar la página. Capillitas exacerbados, abanderados del robagallineo malagueño, políticos locales que se leen al dedillo cada palabra de un servidor -me consta porque me han querido tirar de la oreja en algún sarao y han acabado tirando la toalla- , culturetas trasnochados, iluminados pero por la pantalla del ordenador donde pasan el día... Ahora o nunca es cuando hay que quitarse la máscara y señalar las mediocridades de todo lo que nos rodea aprovechando este altavoz, que también me ha hecho notar el calor y el afecto de los que no podían defenderse y han tenido en mis palabras un poco de alivio.

He conocido a gente maravillosa, he sabido dar de lado a gente tóxica, me he equivocado, he tropezado con la misma piedra hasta arrancarla del suelo, pero los aciertos hacen que valga la pena toda esta andadura, que no deja de ser un aprendizaje y un crecimiento personal que te hace comprender muchas cosas, que la vida es breve y que hay que ir al turrón, ser valiente y hacer lo que te gusta, rodearte de la gente que te hace sentir bien, te respeta y sobre todo querer a manos llenas y demostrarlo, que es lo mejor que me ha pasado hasta la fecha, el amor de verdad y del que ahora disfruto, dándole sentido a todo.

Hace tiempo que comprendí que no me cambiaria por nadie, con mis millones de defectos y con mis cositas que no se me dan mal; que nadie te regala nada, que hay que enfocar la energía que tenemos en lo que realmente importa, saber ser agradecidos con el que te tendió la mano y cuidar con mucho esmero a los que se partirían la cara por ti. Ahora me veo más calmado, más maduro y mucho más feliz de cuando empecé esta andadura en esta casa. A este periódico y a los amigos lectores asiduos a este Vida y milagros, gracias de corazón, espero que sean muchos más y cada vez más interesantes... Pronto, el nuevo disco, más conciertos y mucha vida... Se os quiere.