Páncreas, de Patxo Telleria, se ha representado en el Cervantes para el Festival de Teatro de Málaga. Una divertidísima comedia contemporánea pero con una característica: escrita en verso. Según el autor hay demasiado lenguaje televisivo en el teatro últimamente y el verso lo devuelve a su origen. Es una razón. Lo cierto es que el espectáculo es un reflejo de lo que es hacer muy buen teatro. La historia es la de tres hombres maduros que se conocen y traban amistad en una terapia para psicosis extremas. La unión entre ellos es peculiar y necesaria. El caso es que uno de ellos (el que se siente siempre solo) parece que necesita un trasplante de páncreas, otro había decidido poner fin a su vida antes que la decrepitud hiciera mella y el tercero (el agresivo) trama adelantar el suicidio para que le done el órgano al primero. ¿Cuál es el objetivo? No quedarse solo. Si el primero muere sin trasplante y el segundo se suicida qué va a ser de él. Tras una reunión una noche en casa de uno de ellos, la historia sucede en inverosímiles verdades que se van desvelando porque existían como excusas ocultas y que condicionarán los acontecimientos. El enredo está servido. Y este espectáculo que aglutina una divertidísima mezcla de estilos dramáticos logra a su vez enredar al espectador hasta la sorpresa final. Como debe ser, hay sorpresa. El trabajo actoral es de primera. La composición de personajes es clara y cada cual tiene ya sus características marcadas por los miedos patológicos que sufre. Pero hay un algo de pericia experta que se refleja en las interpretaciones y que sabe llevar al punto necesario la vis cómica manteniendo a su vez el estilo marcado. Fernando Cayo, Alfonso Lara, José Pedro Carrión, están magníficos, pero hay que resaltar la estupenda incorporación de Carrión sustituyendo a Santiago Ramos que lo estreno y tuvo que dejarlo y al que poco frecuentemente vemos en comedia. Sine embargo hace un trabajo espectacular lleno de guiños al espectador que logran buena parte de los aplausos. Y está claro que detrás de este texto con características tan personales, para la puesta en escena ha sido el director José Carlos Rubio quien ha sacado el máximo partido a un espectáculo que se mantiene con un estilo sobrio y a su vez cómico. Un trabajo de dirección que se refleja en la coherencia de la presentación con sutileza y una preciosa visión escénica. Normal que con trabajos así los espectadores salgamos con ganas de más, pues aunque no es corta se hizo breve.