­Espías en la arena, con dirección del alicantino Pablo Azorín y Marta Hierro, es una historia de silencios y olvidos, que ahora cobra vida en su versión de cine documental. Una cinta que rescata nombres y apellidos, entrecruza archivos, contrasta versiones y desvela datos novedosos, con versiones hasta ahora desconocidas y que por primera vez salen ahora a la luz.

Estamos en 1943 cuando, en los tiempos de mayor barbarie y matanza con la II Guerra Mundial, Estados Unidos pone en marcha una misión de espionaje en España con dos claros objetivos: evitar su ingreso en el conflicto bélico (y, de ser así, prepararse para una invasión); y, segundo, controlar y mantenerse informado de los pasos de la España franquista que mantiene conexiones con la Italia fascista de Mussolini y la Alemania nazi de Hitler (era conocida de sobra sus gestos de ayuda y colaboración, con repostajes a submarinos o actos políticos donde era visible a simple vista esvásticas en las calles).

Todo este polvorín mueve al Ejército norteamericano a impulsar una operación de espionaje en el que interviene un grupo de republicanos españoles exiliados en el norte de África cuando son reclutados por la Office of Strategic Services (entidad que viene a ser los orígenes de la actual CIA). De este modo, y tras unos meses de adiestramientos en control de explosivos, radios y sistemas de información general, estos agentes viajan clandestinamente a España y comienzan su trabajo sobre el terreno en colaboración con el Partido Comunista.

Es entonces cuando una cadena de errores les conduce a todos ellos a un final tráfico con penas de muerte y cárcel durante muchos años. Un fiasco de misión, un estropicio histórico, en un capítulo del que poco o nada se sabía hasta la llegada del documental Espías en la arena, que reconstruye (no sin dificultades) esta historia en el marco de una España en la II Guerra Mundial.

«Siempre pasan a la historia los líderes, pero la gente de a pie, los soldados, las personas en los conflictos, mueren en el anonimato. Por eso, cuando descubrimos estas misiones de espionaje, con estas personas que habían dado su vida por España, por la República, por la democracia, pensamos que debíamos hacerlo», señala Pablo Azorín, quien asegura que uno de los procesos más laboriosos de toda esta investigación fue poner nombre y cara a los espías «ya que ninguno va por ahí con DNI».

«Los nombres nunca se sabían, por lo que los hemos desenterrado nosotros. También, después de escudriñar en los archivos, a muchos les hemos podido poner cara. Que para nosotros es muy importante. Es lo que nos hace humanos, porque cuando estás con personajes que casi parecen de ficción, esto es muy importante», afirma en un trabajo documental en el que han colaborado también los profesores alicantinos Francisco Moreno Sáez y Juan Martínez Leal, el Archivo de la Democracia de la UA (dirigido por Mercedes Guijarro), en una cinta con producción del monovero Xavi Crespo y que se podrá ver en 2017 por TVE.

El documental, que mezcla imagen real, de archivo y animación, cuenta además con los testimonios de familiares directos de los protagonistas y de destacados historiadores, cruzando por primera vez fuentes documentales obtenidas de los archivos norteamericanos, españoles y británicos, así como imágenes, hasta ahora inéditas, de España en 1943 (y que fueron facilitados a la Filmoteca española).

Espías en la arena es una coproducción de Quindrop Producciones Audiovisuales, Dacsa producciones, Radio Televisión Española y la Radio Televisió Pública de les Illes Balears en colaboración con CulturArts de la Generalitat Valenciana, el Consell Insular de Mallorca y Filmoteca Española en un trabajo de más de seis años de investigación que no arrancó hasta completar su fase de financiación. La directora también del film documental, Marta Hierro, lo explica así: «Ha sido un camino muy largo, sobre todo en un tiempo de muchos recortes culturales. A las televisiones les gusta la historia, pero apostar económicamente siempre es más complicado. Nosotros no pudimos empezar a rodar hasta que no tuvimos una financiación asegurada», aseguró.