Dios ha dicho que hasta aquí basta. Que esto ha llegado ya al límite. Y por eso le pide a Satán que anuncie la llegada del fin del mundo, del Apocalipsis. El ángel caído que aparece ante nuestros ojos tiene la cara y el cuerpo de Manu Sánchez, que nos viene a contar lo mal que lo hemos hecho para acabar así. De esta forma arranca ´El último santo´, el nuevo espectáculo del humorista sevillano que este fin de semana ocupa el escenario del Teatro Alameda y que promete al público un descenso al infierno a base de carcajadas.

En la piel de Lucifer asegura ser el culpable de que existan los grupos de WhatsApp y de que las madres tengan Facebook. ¿También es obra del demonio que los nazarenos se hagan selfies mientras desfilan en procesión?

Sí. Y de que las madres se equivoquen y le den el bocadillo a otro nazareno. Este Satán es muy cofrade. Es un demonio muy peculiar y muy disfrutón. Tiene una debilidad absoluta por su hermano Jesús y por eso le encanta estar por ahí en Semana Santa. Y como no puede evitar hacer gamberraditas, lo que más le gusta es estropear un encierro bonito en forma de globo de Bob Esponja. Después de pegarte dos horas para ver el encierro de tu Cristo y tu Virgen te pone una Dora, la exploradora y un Doraemon delante. Este Satán es el responsable de un montón de cositas, pero como verás son pequeñas gamberradas. Porque, y así lo dice en esta obra, las grandes maldades las hacen otros. Muchas veces el propio Dios de la Biblia. Lo que pasa es que a él le ha tocado llevar la mala fama.

Cierto es. El demonio no mandó ninguna plaga ni ningún diluvio...

Ni mató a los primogénitos, ni convirtió el agua de los ríos en sangre. Satán es el de la gula, la pereza, la lujuria... ¡Eso quién no lo firma con los ojos cerrados, hombre!

Seguro que ni el mismísimo diablo se atreve ahora a hacer chistes sobre Carrero Blanco.

Los chistes sobre Carrero Blanco me parecen una cosa muy antigua. No es por miedo, sino porque no considero que sean la bomba... No entiendo que ahora todo el mundo tenga opinión sobre Carrero Blanco: hay gente al que no le gusta, otros lo ponen por las nubes... Prefiero mirar para adelante y si lo que hay que hacer es provocar y ahora resulta que lo que está prohibido es hacer chistes sobre Carrero Blanco, pues es una pelea en la que no entro. Me gusta mucho provocar y molestar, pero también es verdad que aquello fue un atentado terrorista y por eso yo no haría bromas al respecto.

¿Y no cree desmedido que se castigue severamente un chiste y se trate con más benevolencia los desvíos de fondos públicos?

Creo que la trampa es que el análisis sea con el humor, porque no es el humor sino la libertad de expresión. El humor es utilizar la libertad de expresión para hacer reír a otro. Si no te hace reír, pues no se ría usted. Estaría bueno que ahora te manden a la cárcel por hacer chistes malos. Y también estaría bueno que te metieran en la cárcel por gilipollas. Creo que la libertad de expresión es el sacrosanto derecho que tenemos todos a quedar como un perfecto gilipollas. Que cada uno diga lo que le dé la gana y que cada uno vea a quién está dispuesto a molestar. Los que leen mis columnas, vienen a verme al teatro o me siguen en televisión saben que lo que más me gusta en el mundo es meterme en un charco, dar mi opinión y ser un poquito incómodo. Es algo que me gusta y que me hace sentir cómodo. Lo complicado es molestar únicamente a los que tú quieres molestar. Veo a mucha gente intentando defender el humor que dice: «Hombre, es una broma, no se moleste». Gracias a Dios que molesta. Si el humor no molestara, que paren el carro que yo me bajo. Lo que pasa es que hay que afinar y apuntar mucho para molestar con el humor solamente a los que tú quieres molestar. Cuando yo hago un chiste sobre Urdangarin, lo que quiero es que él se moleste y ojalá llore. Y si lo hago sobre Trump, lo que quiero es molestarlo. Lo que hay que tener cuidado es con molestar a quien uno no quiere. Si uno quiere molestar a las víctimas del terrorismo, pues adelante, pero a mí en esa pelea no me van a ver. Si usted quiere hacer chistes de Lepe y molestarlos a todos, pues muy bien, pero yo no quiero molestar a nadie de Lepe. Si Arévalo quiere hacer chistes de gangosos, muy bien, mientras que asuma el hombre que nunca le van a dar una medalla al mejor amigo de los gangosos, pues ya está. Es verdad que no tenemos que vivir con ningún tipo de miedo, pero que nadie se parapete tampoco detrás del humor para decir barbaridades.

¿No cree que en los últimos años, y ahora recuerdo aquella portada de El Jueves que fue secuestrada, hay ciertos asuntos que quieren prohibir al humor?

¿Esa portada era humor o no? A mí me parece que sí. ¿Era ofensiva? Claro que sí. Quería serlo, es una revista satírica con una clara declaración republicana desde sus inicios. Y no republicana de izquierdas o de derechas, sino republicana porque no le gusta el sistema de gobierno en el que la jefatura del Estado se hereda como si fuera la miopía. Creo que aquella portada quería ser ofensiva y se valía del humor para escapar del delito de injurias contra la corona. Para eso está el humor. El humor es la pirueta perfecta. Ahora, si la pirueta ha salido bien, no tienes por dónde cogerlo porque el humor es, precisamente, la misma pirueta. Y si criminalizas la pirueta, ya no nos queda nada; no se le deja nada a la libertad de expresión. Si a una olla a presión no le dejas ni siquiera el pitorrito de escape que es el humor, pues eso acaba explotando. Y creo que eso es peligroso.

Lo que es peligroso es que la mayor potencia del mundo esté en manos de un tipo como Trump.

Peligrosas son las formas en este caso. Los Estados Unidos siempre han tenido el botoncito rojo en su poder. Lo que da un poco de susto es que parece que se están saltando las formas. Si te llevas a mi sobrina al parque, no me molesta. Ahora, si te la llevas sin avisarme..., imagina el miedo que puedo pasar cuando llegue a mi casa y no encuentre a la niña. El problema no es que ahora Estados Unidos haya respondido con su fuerza militar. El problema es que ha sido sin el aval internacional, sin consultar con los propios aliados, sin medir la respuesta de los que apoyan al país que estás atacando... Lo que da miedo de Trump son las formas. Ya había muro con Clinton y con Obama, pero lo que ellos no hicieron es convertirlo en el principal orgullo y pilar de sus discursos.

¿Cree que seremos testigos de una tercera gran guerra?

Esta función comienza con el Apocalipsis, y lo hicimos así pensando en cómo se estaba calentando el ambiente. Pero, fíjate, la realidad supera la ficción. Al final, todo el mundo comprende el discurso de este demonio y empatiza con él. Este diablo es un tío vitalista, hedonista y disfrutón que no entiende este Apocalipsis que le ha encargado el dios todopoderoso. Y ahora nos damos cuenta de que un pitote gordo puede estar más cerca de lo que creemos. Sabemos que vamos a estar con El último santo en el Alameda hasta el domingo, pero si esto se pone calentito el lunes, ya no habrá próxima oportunidad.

Hace tiempo que no le vemos en la televisión. ¿Es difícil encontrar estabilidad en este medio?

Después de estar doce años de manera ininterrumpida en televisión, me apetecía hacer otras cosas, como el teatro o meterme en alguna aventura empresarial. La televisión fagocita bastante; no es el mejor escaparate, pero es el gran escaparate. Hay que estar en televisión, porque si no estás la gente cree que has desaparecido. La gente te habla del teatro como si fuera metadona. Yo disfruto mucho más en teatro que en televisión. La tele no sé si es justa, pero sí necesaria. Es donde la gente te pone cara.

Pero dicen que no hay mayor tirano que los índices de audiencia.

El teatro es como hacer vino y la tele es como hacer mosto. En el teatro estás unos meses trabajando en la idea, el texto, la puesta en escena, la iluminación, la dramaturgia... Luego, una vez que estrenas, necesitas unas cuantas funciones para que esté redondita. Has probado, testado, quitado unas cosas y al final, como el buen vino, le das a la gente lo que querías darle. En televisión es como hacer mosto: lo de hoy solo vale para hoy y lo de ayer no vale para nada. Es una forma de dar mosto a mucha gente pero no acabas dando tu mejor vino. Son productos diferentes, aunque creo que son compatibles y complementarios. Si tuviera que quedarme con uno, me quedaría con el teatro, que es donde empecé. Aunque en la televisión me siento como pez en el agua y me parece un electrodoméstico perfecto que tenemos en todas las casas.

Suele mostrarse como un gran defensor de Andalucía y hay quien le tilda de chovinista por ello.

La preocupación por los chovinistas la tenemos más desde dentro que desde fuera. Yo nunca diré que lo mejor del mundo es Andalucía. Mi maestro Pérez Orozco me enseñó que lo mejor del mundo es el mundo. Pero Andalucía está muy bien, con sus luces y con sus sombras. Tenemos un montón de cosas para sacar pecho y un montón de lunares que arreglar. Y lo primero que tenemos que hacer es arreglar todos los lunares.

Es decir, que también se muestra crítico con aquello que no le gusta...

Por supuesto, soy muy crítico. Creo que hacemos muchas cosas mal. Entre ellas creer que hay un carné de andaluz que requiere unos requisitos mínimos. No te tiene que gustar la Semana Santa para ser andaluz y al revés. Diferente es cuando el ataque viene desde fuera y cuando para atacar a Andalucía se ataca a la Semana Santa como si fuera la parte por el todo. Me da coraje el carné de andaluz profesional que se saca desde dentro, porque creo que entre los diez millones de andaluces hay de todo, como desde fuera. En Madrid, la Semana Santa se relaciona mucho con la derecha y no creo que sea ninguna incoherencia que en Andalucía nos encante la Semana Santa. En cada lugar ha cristalizado de maneras distintas. Aquí se tiene más por una cuestión identitaria o familiar. me da coraje cuando se aprovecha esto para atacar Andalucía sin entenderla. En la vida defenderé Andalucía como lo mejor del mundo, porque, como he dicho, lo mejor del mundo es el mundo. Andalucía tiene muy buenas cosas y otro montón que tenemos que cambiar. Hay que ser muy crítico. Por ejemplo, mientras que nos sigan convenciendo de que para hacer televisión, radio o cine tenemos que venirnos a Madrid y no nos convenzamos nosotros que tenemos que pelear por una industria andaluza, y nos creamos que nuestro único fuerte son el sol y la playa, pues probablemente nos estén ganando la batalla.

Hablando del potencial andaluz, ¿ve a Susana Díaz presidenta del Gobierno?

Pues no lo sé, la verdad. No me extrañaría nada. No sé si será presidenta, pero tiene toda la pinta de que va a ser candidata por el PSOE. Creo que Susana Díaz no habría dado el paso de proponerse como candidata sin tenerlo muy atado.