Los toros regresaron con fuerza a la Feria de Primavera de Antequera. La propuesta de la nueva empresa, el grupo Vientobravo, de unir en un mismo cartel a los dos hijos del V Califa de Córdoba con un rejoneador de dinastía como Manuel Manzanares, gozó con el respaldo del público que llenó los tendidos del coso. Una entrada que no se recordaba en muchos años. En un ambiente muy festivo, el aficionado acudió con ganas de pasarlo bien y, bajo ese prisma, se cumplieron los objetivos marcados. Evidentemente, no era un cartel para puristas.

Manuel Díaz estuvo toda la tarde animoso, dando al público lo que requería. No se lo puso sencillo el parado primero, con el que tuvo que ser él quien embistiera para sacar los pases de uno en uno. Tras sumar la primera oreja de la tarde después de una soberbia estocada, el quinto de la ganadería de Las Monjas le permitió gustarse con el capote, aunque duró poco y no quedó otra que realizar una faena encimista rubricada con el inconfundible salto de la rana. Media estocada fue suficiente para que rodara el burel y sumar otro trofeo a su cuenta particular.

En el caso de Julio Benítez sorprendió de salida en su primero con un recibo con una larga cambiada para seguir con verónicas a pies juntos y rematar con la media y una revolera. Como fue el sino del festejo, el toro fue noblón pero acusó su falta de fuerza y casta, por lo que su larga faena no pasó de voluntariosa; errando además en la suerte suprema. En el que cerraba plaza nuevamente se estiró a la verónica y tras una lidia desordenada, puso toda la carne en el asador en un inicio de rodillas que parecía diluirse hasta que fue cogido y la épica se hizo presente sobre el albero antequerano. Permaneció en el ruedo hasta terminar con él y pasear orgulloso las dos orejas que le permitían salir en volandas con su hermano.

Discreto toda la tarde anduvo Manzanares, que se encontró con un astado terciado para rejones y que ofreció gran colaboración. Su segundo fue un toro manso y rajado que se desentendió de las cabalgaduras e hizo inútil el esfuerzo realizado. En ambos, lo más destacado llegó con Sócrates en banderillas cortas. Fue silenciado en su lote.