¿Cómo definiría Abracadabra?

Es una comedia inclasificable que transita por muchos géneros. Por un lado tiene una textura muy kitsch pero después tiene su lado existencialista. Tiene de todo. Es una comedia surrealista que mezcla distintos géneros. Es una propuesta muy valiente y arriesgada. Para mí la dificultad como actor era lanzarme a vivirla y defenderla. La verdad es que estoy muy contento de formar parte de la película de un director que es un genio.

¿Y cómo ha sido encarnar a un personaje que acaba transformándose en otro completamente distinto?

La función de mi personaje le sirve a su mujer, que interpreta Maribel Verdú, para descubrir que podría tener otra vida mejor de la que tiene. Para mí el reto era hacer dos personajes: el prototipo de macho ibérico, cerril y machista. Y luego el otro, que es un tío más sensible, que ayuda en casa, que baila?

¿Cree que existen estos tipos de hombre tan definidos?

Pienso que la vida es bastante poliédrica, pero a veces, para armar determinados relatos, pues se tiende a tirar de ciertos tópicos. Pero claro que hay gente así. Si la pregunta es si existen machistas, pues muchos. Pero lo más preocupante es que hay jóvenes que lo son. Porque de la España de la que venimos, pues ya sabemos. Tenemos una profunda raigambre conservadora y machista. Y eso no se rompe de un día para otro. Muchas de las cosas de mi personaje son reconocibles: las he vivido y las conozco.

¿Asusta estar delante de Maribel Verdú cuando suena la claqueta y el director grita «¡acción!»?

Sí y no. Desde luego siento un gran respeto hacia ella, que está en el cine desde antes de que yo quisiera ser actor. Maribel lleva ahí toda la vida. Ella es más joven que yo pero tiene una carrera mucho más extensa que la mía. Es un icono del cine. Y no solo español, porque ha trabajado con gente como Coppola y Guillermo del Toro. Por suerte ya había trabajado con ella en otras ocasiones, aunque nunca habíamos sido pareja. Ese miedo y respeto que me provoca se compensa por otro lado porque fue ella la que le habló a Pablo [Berger] de mí y de alguna manera hizo bastante para que estuviese en la película. Es una compañera cojonuda.

José Mota es el tercer personaje en discordia del filme. Poco a poco, el humorista se está haciendo un hueco en el cine.

Para mí, en esta película José Mota da un paso adelante en su carrera. Tiene un personaje muy difícil que podría caer en lo cómico, lo paródico o lo arquetípico y que él defiende con gran profundidad y honestidad. Creo que ha hecho un gran trabajo.

Estrenar el primer fin de semana de agosto es una apuesta fuerte...

No soy especialista en asuntos de exhibición, pero por lo que me cuentan, la desventaja que tiene el verano es que hay menos gente que acude al cine, pero por contra la asistencia no es únicamente en fin de semana, sino que todos los días pueden darse buenas entradas porque la gente está de vacaciones. Y luego, también ocurre que la película tiene más posibilidades de que la aguanten en cartelera. Porque el gran problema que nos solemos encontrar las películas española es con la poca paciencia de los exhibidores. Los títulos que no entran fuerte desaparecen a las dos semanas del cartel. Pero bueno, los tiempos han cambiado. Es una época distinta. Recuerdo cuando iba a los cines Astoria y Victoria, que en paz descansen, se formaban unas colas enormes. Ir al cine era todo un acontecimiento que ya no es así.

También es todo un acontecimiento que el precio de una entrada de cine sea igual al de la cuota mensual de una plataforma que ofrece cientos de películas y series.

Está claro que el precio de las entradas no ayuda, evidentemente. Pero también pienso que no es lo mismo ver una película en el cine que en una pantalla de televisión, por muy grande que sea. El otro día estuve viendo Dunkerque, una película que logra meterte en ese infierno que sufrieron los soldados ingleses. No concibo valorar esa película visualmente si no es en una gran pantalla de un cine.

¿Es de los que piensa que Netflix no matará al cine?

No tengo ni idea. Ojalá que no. Yo soy muy romántico en ese sentido, también porque me dedico a esto.

¿Qué nos puede decir de 'El reino'?

Que es un thriller político sobre políticos que se corrompen.

En ese caso cuenta con mucha realidad en la que inspirarse. La semana pasada estuvo el presidente del Gobierno en el banquillo...

Sí. La realidad supera la ficción. Y esa es mi máxima como actor.

¿Cómo vive el descalabro de la política a todos los niveles?

Como cualquier ciudadano. También pienso que las cosas no ocurren aisladamente sino que son un reflejo de una sociedad. Imagino que estas cosas no ocurrirían en una sociedad más formada, más culta y con una conciencia cívica más clara. Para mí es un asunto más complejo. Si el nivel de corrupción que parece que hay en este país es tal y luego no pasa nada es porque este país es así en cierto modo. Esto no es un cáncer que nos ha entrado de repente. Esto son cosas que suceden en un día a día que hacemos entre todos. Seguro que esta es una frase injusta para mucha gente honrada que está sufriendo, pero creo que tenemos un problema estructural como país. Y deberíamos avanzar hacia una sociedad mejor, más justa, más igualitaria, más formada y más meritocrática que clientelar.