Algo ha cambiado en Antequera. La llegada de la nueva empresa ha revolucionado la tauromaquia en la Ciudad del Torcal con multitud de actos culturales y reivindicativos con la Fiesta. Todo ello se percibió en el acontecimiento cumbre de la Feria de Primavera, una corrida de toros que se pudo celebrar a pesar de las tormentas previas que a punto estuvieron de aguarlo todo.

La previsión de colocar la noche anterior una lona hizo que, cuando reapareció el sol a la hora del inicio del festejo, el ruedo presentara un aspecto casi perfecto. La lluvia quitó público de los tendidos, que no obstante presentaron una gran imagen con un aforo cubierto en más de sus tres cuartos.

Con todo cuidado hasta el más mínimo detalle, se lidió una corrida de Santiago Domecq bien presentada para la categoría de la plaza y que ofreció el juego necesario para que el público llegado desde todos los rincones disfrutara de un buen espectáculo. En eso también ha cambiado Antequera, que se ha convertido en lugar de peregrinación por los grandes carteles que su nueva empresa ha presentado para esta temporada.

La tauromaquia del siglo XXI mostraba su pujanza desde el primer instante, con Roca y Rey y Ginés Marín asegurando a la primera de cambio la salida por la Puerta Grande hacia la monumental Puerta de Estepa. En el caso de El Juli se intentó pero se quedó a medias, ya que el noblón primero adoleció de una acusada falta de fuerza. Fue el hándicap común del encierro junto a su falta de casta, pero el que abría plaza lo acusó más. Parado y con poco recorrido, no se le podía exigir lo más mínimo. No permitió que el madrileño impusiera su mando, y sólo al acortar las distancias en la fase final del trasteo logró conectar con los tendidos en una labor que no pasó de correcta.

El fallo de aceros le privó pese a todo de haber tocado pelo. Pero cuando salió el cuarto sus dos jóvenes compañeros ya tenían dos orejas cada uno en el esportón, y a Julián López no le gusta que le mojen la oreja. Nunca mejor dicho. Salió decidido con el capote a la verónica, quitó por chicuelinas, y se fue a los medios para brindar al respetable. Inició la faena con una rodilla en tierra y prosiguió bajándole la mano. Amagó pronto con rajarse, ya que la casta no era la mayor virtud del burel. El que puso la casta fue el torero, aunque a juicio del presidente sin la suficiencia precisa como para cortar las dos orejas que le solicitó el público, por lo que no pudo salir en volandas.

Roca Rey quiso reventar la tarde desde el principio. Y lo consiguió a partir de un lucido quite por chicuelinas y tafalleras. Prosiguió la con la muleta en un pase cambiado de rodillas en el inicio de la faena, mostrándose valeroso y sin escatimar en alardes, aunque sin olvidar el torero fundamental. Variado y con las zapatillas asentadas en el albero, concluyó con circulares y luquesinas con la afición entregada con el peruano. Hay que valorar su honestidad al no darse coba y entrar a matar con rotundidad ante una injustificada petición de indulto a un toro noble pero sin fondo.

El quinto de Santiago Domecq se dejó, aunque no estuvo exento de complicaciones. Rajado y mirón, Roca Rey impuso su ley y ofreció una actuación más sobria fundamentada por el pitón derecho.

También cayó de pie en Antequera Ginés Marín en su presentación en este coso. Lo hizo por voluntad y disposición propia. Impactó un quite por gaoneras, y cautivó al plantar las zapatillas en el inicio de faena para pasárselo por los dos pitones. Embistió largo de inicio, pero duró muy poco. No le impidió destacar con el toreo en redondo y pegarse un arrimón en los mismos medios, con una escalofriante tanda de bernardinas en la que mostró una asombrosa capacidad de resolver los problemas que se iban presentando.

El sexto, que ya de por sí era un sobrero porque su primero se partió un pitón antes de salir, saltó descoordinado, y fue sustituido por otro con el que nuevamente se lució en quites. Brindó el toro al empresario Juan Carlos Estrada, y con elegancia se fue a los medios para ofrecer un trasteo deslucido por la mansedumbre de su cobarde oponente. No se alivió y expuso junto a las tablas en el final de un festejo en el que tanto Ginés Marín como Roca Rey mostraron su pujanza en el toreo.