Hay series de televisión cuya salida vienen acogidas de antemano por una gran expectación que se conjuga con la consiguiente proyección mediática; este es el caso de Pose, un drama musical ambientado en la década de los ochenta en el universo gay, desde su frente más marginal, y con la firma creativa de Brad Falchuck, Steven Canals y Ryan Murphy, uno de los hombres de oro de la ficción televisiva y cuyo nombre aparece en series tan cotizadas como American Crime Story, Glee y House of Cards. La serie a través de un mosaico de personajes y ambientes sociales se sitúa en esos años en que la ciudad de Nueva York vive la ascensión de «trumpisme», la opulencia y el lujo que marca el modelo social del empresario Donald Trump, el impacto del Sida sobre la comunidad gay y la cultura del baile aquí visualizada en el mundo de las discotecas y los clubs gays. Estos últimos, desde la cara más trash o marginal de la cultura gay; esas noches de «fiebre de sábado» donde se producen una especie de «batallas» a medio camino entre la fiesta de disfraces y espectáculo de drag queen; donde los concursantes compiten y se retan semanalmente con sus vistosos trajes, movimientos de baile, sus ejercicios de poses estudiadas y ensayadas, entre la alegría y el griterío crítico del público. Una suerte de gran pasarela de la fantasía y la extravagancia desde el Nueva York más subterráneo y marginal lejos de las hogueras de las vanidades descritas por el reciente fallecido escritor Tom Wolfe.

Precedente de este fenómeno social y cultural es el documental Paris is burning (1990) que retrataba este mundo de la noche transexual y la rivalidad sobre la pista de baile, en el que los participantes exhibían sus dotes interpretativas y coreográficas así como sus extravagantes vestuarios imitando exageradamente las poses de las modelos en los desfiles y sesiones de fotografías. La irrupción de esta cultura gay del baile -que Madonna acabará recogiendo en su canción Vogue- está contada en la serie Pose en forma de documental- uno de los aciertos de la ficción- presentando con una mirada casi microscópica, como las drag queens y las personas transgénero conformaron su propio paisaje existencial, ese gran teatro de falso lujo y trajes de saldo transformados en objeto de fantasía. En un nivel más profundo, la historia ofrece la crónica de un grupo de seres marginales y rechazados por la sociedad en un momento en que los derechos de los colectivos gays y transgénero todavía están luchando por su reconocimiento social e identitario y el Sida, con su emergencia, los ha puesto bajo sospecha. Este escenario dramático está protagonizado por la actriz transexual M.J.Rodriguez, el actor Evan Peters en el papel de Stan, un joven ejecutivo triunfador al que le gusta hacer incursiones por el mundo de la prostitución transexual donde conoce a Angel (Yndia Moore), uno de estos personajes que tratan de llamar a las puertas del éxito en la pista de baile. Junto a ellos, otros protagonistas, a los que les une ese rechazo por parte de la sociedad, por parte de sus propias familias a causa de su orientación sexual.

Aciertos

Frente a esta sociedad hostil y discriminadora la serie, otro de los aciertos de la ficción, se puede leer como un drama familiar, donde estos personajes a la deriva, tratando de atrapar ese sueño que se les niega, se unen y construyen nuevos lazos familiares, ayudándose y defendiéndose de ese otro mundo exterior que los estigmatiza. Es en esta mezcla de musical y drama familiar donde la serie encuentra una buena parte de su energía creativa y melodramática. En pleno debate sobre la visualización de la transexualidad en las series televisivas- también en el mundo de la moda y de las modelos- el productor de Pose, Ryan Murphy hace una apuesta por el colectivo LGBTQ, presentando el casting más grande de intérpretes transgénero en una ficción norteamericana hasta el momento. Además de los artistas transgénero M.J. Rodriguez e Yndia Moore, se suman los nombres de Hailie Sahar, Dominique Jackson y Angelica Ross que imprimen a la serie una gran fuerza y verosimilitud. El propio Murphy en la presentación de la serie destacaba este protagonismo huyendo de cualquier falsa representación. Además, anunciaba - gracias a las ganancias de la serie- la creación de becas y ayudas para jóvenes transgénero, colaborando en su educación artística y futuro profesional.