De niño, ¿cómo descubrió que le gustaba la música?

Siempre he escuchado a mi padre tocando la guitarra en las fiestas con sus amigos. Además, mi hermano mayor siempre se encerraba por las noches en nuestra habitación a tocar la guitarra mientras yo dormía. Creo que ese tipo de cosas provocaron algo en mí. Mas tarde empecé a aporrear el piano que teníamos en casa y mi madre me dijo que si esa era mi pasión, debía estudiarla.

¿Cómo vivió las primeras veces que se subió a un escenario?

Supe que ésta era mi pasión porque me daba igual si había escenario o no. Me gusta la música, hay algo en ella que ni siquiera sé explicar, como una especie de necesidad. Supongo que es lo que hace que uno no pare de crear, de escuchar todo tipo de música, de rodearse de músicos e investigar.

Se dio a conocer cuando tenía 21 años. ¿Es abrumadora la fama tan repentina a esa edad?

De los 21 a los 23 años mi vida fue un maratón descomunal. La agenda llena, ningún domingo libre... No tenía tiempo para pensar demasiado, ni siquiera en la fama. Solo quería dar la talla.

¿A qué artistas agradece el lugar que ocupa ahora en el mundo de la música?

Diana Navarro fue la primera que me dio la oportunidad de cantar con ella en un escenario. Estrella Morente cantó conmigo en mi primer disco, que para mí significó mucho. Y, desde luego, todas mis influencias: Paco de Lucía, Vicente Amigo en el flamenco, Antonio Vega, y en el jazz, Pablo Seoane.

Algunos artistas escogen la opción de usar un avatar o no mostrar sus rostros en los directos. ¿Es importante que su público le sienta cerca?

Yo creo que se gana credibilidad cuando la gente te ve, te mira a los ojos y tú les devuelves la mirada. Al final estás cantando para esas personas que vienen a verte. Sí es verdad que, aunque no sé si a ellos les gusta verme, a mí sí que me gusta ver a mi público.

¿Siente sus canciones más especiales cuando aún son solo suyas o cuando ya pertenecen a sus fans?

Es distinto. Ese primer momento en que estoy en mi habitación, tocando y componiendo, es como una droga para mí. Es un momento de incertidumbre, que tiene cierta magia y solo lo vivo yo. Al compartirlo con el público se convierte en algo muy bonito, porque deja de ser tuyo, la gente se lleva esa misma canción a distintos terrenos e interpretaciones. Ahí la canción cobra tres veces más vida y también me parece mágico.

¿Son más personales sus discos grabados en estudio o en directo?

Ahora que estoy de gira, que me lo paso tan bien y hay cosas tan únicas que solo podrían pasar en el directo, me pasaría el día sacando discos de los directos. El estudio tiene ese reposo, esa calma de poder rectificar los errores. Te ayuda a llegar donde tú quieres llegar en el disco. Son dos cosas muy distintas que despiertan sensaciones muy diferentes.

¿Qué preferiría, un concierto ante miles de personas o algo más íntimo en un local para cincuenta?

A mí la corta distancia me gusta muchísimo. La conexión es muy bonita, de repente te ven como lo que eres, uno más. Y cuando son estadios, en mi caso quiero que sean también un espectáculo, porque hay que tener algo más para conectar con el público como si fuera un concierto pequeño. Y cuando esa conexión sucede, es bestial.

¿El público tendrá alguna sorpresa en el concierto?

Los conciertos son un recorrido por los temas más importantes de todos los discos, además de la presentación completa del último trabajo, Prometo. Tengo muchas ganas de que el público vea el espectáculo que hemos montado, a nivel visual, de luces, tan diferente a lo que hemos hecho otros años. La verdad es que estoy muy contento.