A mediados de los noventa, por la Serranía de Ronda pasó parte de lo más granado del universo musical: Björk, Kylie Minogue, Rammstein y muchos, muchísimos otros grabaron canciones y discos en El Cortijo, el chalé reconvertido en estudio de grabación por el británico Trevor Morais. Y se puso de moda cierta Costa del Sol como refugio creativo y vital de muchos expats, hartos del bullicio anglosajón. Por ejemplo, Neneh Cherry y su pareja, el productor Cameron McVey (el arquitecto sónico de Massive Attack y Sugababes), vivieron cuatro años en Alhaurín el Grande para aislarse del bullicio de Londres. En una entrevista de entonces le preguntaron a la cantante qué proyectos tenía: «En este momento, respirar muy hondo el aire de Málaga, porque huele condenadamente bien, y mirar a los viejos jugar al dominó. Mi proyecto es existir, ¿sabes?». Y pasarlo bien: que disfrutó entre nosotros queda claro en la portada de su tercer disco, Man, en el que aparece con un grupo de alhaurinas vestidas de feria (y algo contentas, confesaron años después). No sólo parió en Málaga un álbum sino también una hija, Mabel, que ahora aspira a seguir los pasos de su madre en esto del entertainment. De momento, no va nada mal: su más reciente canción, Don't calle me up, lleva bastantes más de 100 millones de reproducciones en Spotify (fue durante unas semanas una de las 10 canciones más escuchadas en la plataforma a nivel global).

Quizás porque fue criada con la sencillez de la telúrica vida de Alhaurín el Grande (recuerda algo de español, pronuncia a la perfección el nombre del pueblo, a pesar de marcharse de allí a los 3 años, rumbo a Londres) Mabel Alabama Pearl McVey Cherry ha preferido construir una carrera tranquila, honesta e intransferible; podría haber hecho que Neneh -por cierto, ahora en una interesante resurrección artística tras varios años despegada del negocio- utilizara sus contactos en el mundillo discográfico, pero no: la joven lanzó su primer sencillo de manera absolutamente independiente. En 2017 publicó, ya a través de la multinacional Polydor, su primer álbum, Ivy to Roses, que ahora acaba de reeditar con el añadido de Don't call me up. A sus 23 años va camino de convertirse en estrella.

¿Que a qué suena la música de Mabel? Podría compararse con la de Jhene Aiko, Lauryn Hill o Mary J. Blige, divas del soul de nuevo cuño de ahora y de antes, pero, claro, pasado por el turmix multiculti propio de una chica que ha vivido y sido criada en Málaga, Londres y Estocolmo, y que es la hija de una creadora tan heterodoxa como Neneh Cherry, nieta del gran jazzman Don Cherry y sobrina de Eagle Eye Cherry y Titiyo. De alguna manera, el sonido de Mabel es la destilación de una familia, una época y muchos lugares.

Por cierto, Neneh Cherry no ha olvidado Alhaurín el Grande. En 2017 The Guardian le preguntó por su lugar favorito y ésta fue su respuesta: «Alhaurín. Estoy aquí ahora mismo por unos días. Vivimos allí cuatro años. Cuando volvimos a Londres fue un shock. Los niños no nos lo perdonaban. Hace tres semanas regresé a Alhaurín, y me sentí en casa. Cuando estoy aquí soy consciente de que estoy cerca de África, lo cual es un sentimiento muy poderoso. Es un lugar muy animado, siempre pasan cosas, es vibrante y vital. Ahora mismo hay una fiesta, así que me pasaré más tarde».