¡Deténgase, insensato! ¿Pero qué está haciendo? ¿Cree que uno puede iniciarse en Bob Dylan así como el que se inicia en Alaska y los Pegamoides, la repostería o la socialdemocracia? ¿Qué somos? ¿Animales? Bob Dylan ha llegado a la ciudad y usted se quiere acercar a su obra como si lo que hubiera venido fuera el Circo del Sol. Calma. Estamos hablando de uno de los artistas más crípticos, irregulares, espesos, desconcertantes y deslumbrantes de los últimos cien años. Como Picasso. Como Joyce. Pero no se preocupe: le ofrecemos a lo largo de las siguientes líneas un curso acelerado de dylanología para que su primer choque contra el mejor escritor de canciones de la historia no le mande a la planta de Traumatología folclórica ni le aboque a un futuro dominado por el reggaetton o el K-pop.

Siga los seis pasos que se indican a continuación y, si le dedica el suficiente tiempo y esfuerzo, quizá, solo quizá, pueda llegar a formar parte del selecto grupo de connaisseurs del bardo de Duluth.

1. Descubra si Bob Dylan es para usted

Acéptemoslo: hay gente a la que nunca le gustará Bob Dylan. La abobdylania está descrita en los manuales médicos al lado de la anosmia -falta de olfato- y la ageusia -falta de gusto-. No sé sabe qué la causa ni cómo solucionarla, pero sí contamos en la actualidad con pruebas de detección precoz que evitarán pérdidas de tiempo intentado inútilmente hacer de usted una persona de provecho. La más sencilla de todas es la siguiente: escuche atentamente Like a rolling stone (Highway 61 Revisited, 1965). ¿Nada? ¿No siente nada de nada? Ríndase. No hay nada que hacer. Inténtelo con Malú.

2. Recuerde qué es una canción

Bob Dylan escribe e interpreta canciones. Las canciones no son música. Las canciones no son poesía. No es no y las canciones son canciones. La música son canciones sin letra. La poesía son canciones sin melodía. Las canciones son una de las formas artísticas y comunicativas más antiguas de la humanidad. Las canciones son pequeñas oraciones que se cantan en grupo, unidades básicas de experiencias humanas que hablan de forma muy sencilla y repetitiva sobre todos los aspectos de la vida.

Dylan es un poeta mediocre, un mal músico y un extraordinario escritor de canciones. Si usted busca canciones, Bob Dylan es su hombre. Si usted busca música, pruebe con Alejandro Sanz. Solo sí es sí, y solo las canciones son canciones. Los dylanitas siempre vamos diciendo sí, sí, sí, hasta el final.

3. Empiece por un buen disco

Absolutamente fundamental. Algunos estudiosos recomiendan empezar por el disco que publicó Dylan cuando tenía la edad que ahora tenga el oyente. ¿Veinte años? The freewheelin’ Bob Dylan. ¿Treinta y muchos, cuarenta y pocos? Planet waves o Blood on the tracks. ¿Cincuenta y algo? Time out of mind.

Otros eruditos apuestan por comenzar por el disco que publicó Dylan cuando se encontraba en el trance vital en el que ahora se encuentre el oyente. ¿Se está separando de la pareja de su vida? “Blood on the tracks”. ¿Se ha mudado al campo mientras tiene hijos como conejos? Nashville skyline. ¿Le ha pegado un subidón místico porque a su chico o chica le va alabar a Jesús? Slow train coming. ¿Sabe qué? Déjese de historias y empiece por Bringin’ it all back home.

4. No escuche nunca a Bob Dylan de fondo

A Bob Dylan hay que escucharlo atentamente. Un respeto. ¿Qué puñetas es eso de andar por la calle con los cascos escuchando a Bob Dylan? Eso vale para Fito y Fitipaldis, incluso para el genial Estebanito Maravillas. ¿Pero de verdad uno puede apreciar “Desolation row” en un bar mientras habla con los amigos? Interrumpa lo que esté haciendo. Siéntese tranquilamente. Apague el móvil. Y ponga Street legal. «Sixteen years, sixteen banners united over the fields...». A que es otra cosa... Ah, y las personas bien educadas escuchamos las canciones enteras. Enteras y verdaderas. ¿Usted ve un cacho de Sin perdón o de El apartamento y la corta? No, ¿verdad? ¿Lee unos versos del Romance de la Guardia Civil de Federico García Lorca y para? ¿Mira una esquina de El grito de Munch sin mirar al resto del cuadro? Pues con Dylan, igual, campeón. Ah, ¿qué le aburren las canciones largas? Los Ramones son su banda.

5. Entienda las canciones

Le contaré un secreto: esos ruidos que hacen los cantantes con la boca son palabras. Y significan cosas. Sí, incluso Tom Waits. Y sí, incluso Bob Dylan. Y escuchar Blonde on blonde o Love and theft sin saber lo que está diciendo Bobby es como leer Los hermanos Karamazov en ruso. George Harrison dijo en una ocasión que la mejor canción que se había escrito jamás era Every grain of sand, de Bob Dylan. Vaya al Spotify y póngala. Le espero. (...) ¿Ya? ¿La ha escuchado? ¿A que no le parece tan buena? A ver si va a ser porque no ha entendido ni una sola palabra de lo que dice el premio Nobel de Literatura... ¿Qué nos ha hecho el maldito pop para hacernos olvidar cosas tan elementales?

6. Aprecie la magnitud de su obra

Dinosaurio entre los dinosaurios, Bob Dylan es el puto Tiranosaurio Rex. Más que Paul McCartney, Neil Young, Paul Simon o Mick Jagger, nuestro amigo lleva desde 1961 cantando sobre la condición humana desde los ojos de un veinteañero, de un treintañero... hasta llegar ahora casi a la mirada de un octogenario. Y, a diferencia de todos sus compañeros, reconociendo honestamente la edad que tiene en cada momento. Bob Dylan deja un legado simplemente descomunal, tanto referido a la riqueza interna de su obra como a su labor de puente y cima de todos los estilos del folclore popular norteamericano. Dé un paso atrás, amplíe el panorama e intente valorar la figura que tiene delante. Es imposible. Seiscientas canciones. Miles y miles de actuaciones en directo por todo el planeta dentro de su Gira Interminable. Cuando salga a escena en Fuengirla, procure ver todo lo que se ha ocultado a lo largo de los últimos sesenta años detrás de ese viejo huraño y hermético que se está dejando la vida concierto a concierto mascullando frases ininteligibles.