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Reseña

Antonio Báez o novelar los propios pasos

Talentura lanza 'La radiante edad', una obra en la que el autor malagueño escudriña con una sinceridad descarnada su vida, sus referentes literarios y sus raíces

Antonio Báez o novelar los propios pasosL.O.

Antonio Báez, profesor malagueño de lenguas clásicas y escritor incombustible, vuelve a las andadas editoriales: el sello Talentura, que se destaca por editar joyas literarias, acaba de lanzar 'La radiante edad', una novela de autoficción en la que el autor escudriña, con una sinceridad descarnada sus propios pasos vitales. Lo hace desde la atalaya de los cincuenta y tantos, cuando ya las pasiones, los amores, el vino y la próstata no son lo mismo, pero es un momento en el que uno puede mirar hacia atrás y descubrirse mirando con detenimiento las aristas complejas de su personalidad.

No es un libro fácil. No es ni siquiera un libro agradable o que busque entretener. Es un retrato inmisericorde en el que el niño que fue Báez, o el narrador en el que se filtra el artista para darnos esta propuesta a los lectores, mira hacia atrás y alumbra su llegada a la ciudad tras la dura experiencia de su familia en el campo, cómo se aloja con sus abuelos en la portería de una vivienda cercana a calle Mármoles con el trauma genético de sus antecesores, expulsado de la finca rural que guardaron durante años. Hay entonces lugar para la relectura mítica de la siempre inquietante presencia de los tíos a través de los héroes de película, la relación con los hermanos, con los abuelos, con personajes tiernos y trastornados que, en la postguerra tardía, luchaban contra la realidad manteniéndose en el terreno de la locura y de la adhesión a un régimen moribundo, la mirada realista, ni idealizada ni insultante, del diferente, del tonto del bloque, y también vemos el acercamiento del adolescente y del joven que comienza a fracasar con las mujeres, en ese acercamiento al sexo opuesto que, a esas edades, siempre es fascinante.

Pero también hay espacio para el francotirador que observa en esta ciudad del sur y en otra del norte, para el tipo capaz de relacionarse con un anciano poeta decadente, el último romántico de una generación que no tuvo nadie que creyera en la excelencia poética, o para mirar, desde lejos, al Mirlo Blanco de las letras malagueñas al que todo le va siempre viento en popa, reflejándose, de hecho, el autor en el excelso espejo del fracaso literario como valladar a reivindicar ante algunos que venden todo lo que escriben.

Hay en estas páginas literatura, ternura, momentos que harán rozar la repugnancia al lector, fascinantes simas abisales y cimas poéticas y amorosas, una reflexión muy poderosa sobre cómo el ADN familiar impele a buscarse la vida y, al tiempo, guarda el narrador en sí mismo el gen de la autodestrucción sublimada derrota tras derrota, aunque esa pérdida absoluta nunca llega.

Hay espacio para la paranoia y la reflexión indecente y heterodoxa, para la frase corta y el párrafo eterno que se nos acaba convirtiendo en capítulos kilométricos que nos interpelan con un susurro continuo de un lenguaje contenido pero procaz y bello. Es un libro fronterizo y breve que explora las lindes que separan al relato de la novela corta. Es una novela exigente, que confirma la personalísima apuesta del autor de 'Mucha suerte', 'Griego para perros', 'Recuerdos del pelo largo', 'La memoria del gintonic' o 'La magia de los días'.

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