El Barcelona venció al Getafe, muy superior a los azulgrana en la primera parte, gracias a la salida providencial de Lionel Messi en el segundo periodo, cuando aplacó su rabia procedente de Argentina con una actuación sobresaliente que acabó con las esperanzas madrileñas de mantener el liderato.

Pep Guardiola sentó a Messi junto a Alves, Henry e Iniesta, este último bajo de forma tras tres meses de inactividad.

Con Jeffren, Pedro y el ucraniano Chygrynskiy sobre el césped, la escuadra azulgrana intentó aplicar desde el pitido inicial la doctrina Guardiola. El toque, la contención y la posesión no sirvieron en esta ocasión. El Getafe, bien puesto sobre el campo, consiguió, por momentos, hacerse con la pelota. Cuando no era suya, esperaba agazapado para salir al ataque con mucho peligro.

Y eso que Míchel sorprendió con Adrián en la medular. Todos esperaban a Casquero, pero el canterano del Real Madrid se hizo con un puesto en las labores de organización. Y no defraudó el hijo del míster. Su actuación fue mucho más que correcta.

Con las mismas armas que en Santander a excepción de Albín y Pedro León, el Getafe metió mucho miedo a su rival en el primer periodo. Dos tiros a los palos, uno de Soldado y otro de Albín, a punto estuvieron de poner el choque cuesta arriba al Barça.

De los azulgrana, sólo el desaparecido Ibrahimovich metió miedo. Y fue de casualidad, gracias a un fallo ajeno. A tres minutos del descanso, no aprovechó un mano a mano ante Ustari tras error en el despeje de ´Cata´ Díaz. El guardameta argentino adivinó las intenciones del sueco.

Duelo de ida y vuelta. En la reanudación, Míchel adelantó las líneas y presentó una propuesta más atrevida. La nueva táctica del técnico del Getafe convirtió el partido en un duelo de ida y vuelta, donde el Barcelona tenía más cosas que ganar y menos que perder. Entonces, Guardiola sacó a su artillería pesada y metió miedo a los aficionados ´azulones´ con Messi e Iniesta sobre el césped.

La presencia de ambos imponía respeto. Del primero, dicen que está afectado mentalmente por la mala trayectoria de Argentina. Del segundo, que está bajo de forma. Pero cuando alguno tocaba el balón, el Getafe ponía cara de respeto.

Y así llegó el primer tanto del Barcelona. Una pelota que Messi abrió a la izquierda hacia Abidal, y que éste dirigió al área al primer toque, fue suficiente para que Ibrahimovich empujara el balón a la red. El jarro de agua fría sentó muy mal al Getafe, que perdió todo el empuje de la primera parte. Los pupilos de Míchel se agazaparon en su área con la esperanza de agarrar un contragolpe salvador. No funcionó.

Después, intentaron de nuevo ser los dueños de la pelota. Tampoco fue eficaz. Y en ésas, apareció de nuevo Messi para sentenciar. El argentino comenzó una jugada en la medular, salvó a dos rivales, abrió a la izquierda a Ibrahimovich, y el sueco puso la pelota en la cabeza de Messi, que sólo tuvo que empujar con la cabeza el balón hacia la red.