¡Qué pena! El Fernando Argüelles, repleto con casi 3.000 incondicionales antequeranos vestidos de verde, pasó del jolgorio inicial (6-4) al éxtasis tras el descanso (18-13) y se tornó en preocupación más tarde (28-29) y en la más absoluta incredulidad tras el bocinazo final: 29-32. La ilusión de toda una comarca, de un proyecto deportivo, se convirtió en angustia y desazón. Pocos se esperaban un mazazo en cuartos de final ante el Reyno de Navarra. Y menos tras la épica victoria liguera del pasado sábado. Pero esta vez salió cruz. El magnífico trabajo de la primera parte se evaporó tras el paso por vestuarios. Aunque eso no fue óbice para que el pabellón echara el resto.

Y es que el Fernando Argüelles fue una caldera de color verde que no cesó de animar en cada acción, de festejar cada gol y de aplaudir, incluso más todavía cuando las cosas vinieron mal dadas.

"A por ellos, oé", "Vamos Antequera, vamos campeón"... El repertorio fue amplio y goloso. No cesaron de sonar tambores que retumbaban en un ambiente de cita histórica. Bocinas, gritos, palmas. Fue espectacular. ¡Para vivirlo!

Las paradas de Jorge Martínez elevaban aún más los decibelios del Argüelles, repleto. Se repartieron 2.500 camisetas verdes, conmemorativas por la celebración de la Copa. Y el mosaico con el color de la esperanza reavivó aún más un espectáculo intachable. Con la distribución de molletes antequeranos, la organización tuvo a todos contentos. Hasta a los seguidores del Naturhouse La Rioja, que se llevó una buena paliza del Barcelona.

Se perdió, sí, pero dando la cara, con la frente bien alta y siempre bajo la bandera de la deportividad, del amor a unos colores y del apoyo a los tuyos. Pase lo que pase. Es más, a veces, los errores se coreaban más que los aciertos.

Nadie se lo quiso perder. Era una cita histórica y Antequera y la clase política local, provincial y regional se volcó con el encuentro. El palco de autoridades estaba a rebosar. Presidió el encuentro el consejero de Turismo, Comercio y Deporte de la Junta, Luciano Alonso. Junto a él, el alcalde de la localidad, Ricardo Millán; y el director General de Actividades y Promoción Deportiva de la Junta, el ex jugador de básket Nacho Rodríguez. También vio el encuentro y sufrió como una seguidora antequerana más Rosa Torres, consejera de Cultura y nueva presidenta del PSOE andaluz. El máximo mandatario de la Diputación Provincial, Salvador Pendón, tampoco perdió puntada.

En un segundo plano estuvo Juan Carlos Jiménez, presidente del Antequera 2010, que compartió el partido junto a su homólogo del Unicaja, Francisco Molina. Mató los nervios hablando, gesticulando y maldiciendo cada tanto del Reyno, sobre todos los que llegaron en inferioridad y con el marcador tan apretado en la segunda mitad del choque.

Ya sobre el parqué, Rafa Baena demostró que su condición de internacional de nuevo cuño no es un regalo. ¡Qué bueno es el de Estepa! A pesar de su corpulencia, consigue girarse con una facilidad y una habilidad pasmosa. Cada vez que el balón llegaba a sus manos sacaba algo productivo. Cuando no era un gol era una exclusión, y si no, un penalti. Por cierto que los tres errores del conjunto local desde los siete metros les costó el partido.

Pepelu Pérez Canca, que eligió las páginas de La Opinión para anunciar que se retirará a final de temporada y que ésta será su última Copa, demostró, a sus 38 años, que puede seguir jugando hasta los 40 si quisiera. Qué saber estar. Hoy, cuando Antequera se levante, debe desaparecer el halo de desilusión con el que la gente se fue anoche a casa. La ciudad debe estar orgullosa. Sentirse feliz. Por tener aquí la Copa, por lo bien que la está organizando –´chapeau´ para Raúl Romero– y por tener un equipo en la mejor Liga del mundo. Ahora, hay que mantenerlo. Eso que es tan difícil en estos duros tiempos de crisis.