Llevo años escuchando a los dirigentes del balonmano español quejarse por la falta de apoyos televisivos. Del ninguneo sufrido por algunas cadenas en los momentos más gloriosos de nuestro deporte. De la problemática que suscita la falta de repercusión para encontrar patrocinadores. Del no existimos si no estamos en la tele.

Y no les falta razón. Pero esos mismos que lloran cada vez que una gesta deportiva pasa de puntillas por un informativo, son los mismos que debido a la crisis han decidido meter la tijera en las producciones propias de la competición más importante del país, la Liga Asobal.

Los mismos que habían conseguido encontrar unos segundos en numerosas televisiones a nivel estatal, en un esfuerzo económico importante, con un despliegue sin precedentes, han vuelto a tirar por tierra el trabajo y el esfuerzo de muchos años. Un servicio gratuito que la Asociación de Clubes tenía en el pasado para facilitar sus eventos a los medios de comunicación audiovisuales y que ahora ha dejado de prestar lo que sin duda deja en pañales a sus propios asociados. Si el producto ya es difícil de vender, sin televisión costará diez veces más.

Leí hace unos días con extrañeza y con cierto estupor, que Barcelona se convertía en la primera sede confirmada del Mundial 2013 de España. A poco más de un año y medio para su celebración, sólo una de las ocho sedes de la propuesta española ha dado el sí quiero a la organización. Otras siete han dicho no. Preocupante. Peligroso. Sobre todo cuando se negocia como si esto fuera un juego de cartas, una partida de mus. Un órdago. Un farol. ¿Quién sabe si la cosa cambiará? Las cartas ya están sobre la mesa, pero la partida no se sabe dónde se va a jugar.

Pero hoy por encima de todas esas cosas negativas quiero destacar el esfuerzo del balonmano malagueño en general. Del brutal aumento de equipos de base que este año hemos tenido a pesar de la tan manida y profunda crisis económica. De la llegada de Asisa como principal patrocinador del Costa del Sol de Carmen Morales. Del trabajo de Justo Plaza en Los Olivos. O de Chema en Fuengirola. O de Antonio Guzmán en Coín o de Paco Soto en Antequera. Del retorno de Ortega a Ronda o de Alberto López en Ciudad Jardín, con su querido Málaga Norte. De Rafa Palomo con el gran proyecto de Balonmano Málaga. Del incombustible Aurioles con su Juventud. De Maristas, Mijas o Benalmádena. Del San Estanislao de Carlos Barranco o Mariano en Puertosol.

Clubes que llevan su sello de identidad. Décadas de trabajo altruista y poco reconocido en una ciudad volcada con otros deportes más mediáticos y menos mundanos. Ciudades o pueblos que para el balonmano todos los fines de semana cambian de nombre. En Málaga no se juega contra el Fuengirola, se juega contra Chema…

*Raúl Romero es delegado de la Federación Andaluza de balonmano en Málaga