El malagueño Raúl Zambrana supuso un antes y un después en la dura prueba del Desafío de Doñana. Zambrana fue el primer paralímpico que se atrevió a realizar esta lucha que se disputó el pasado sábado en Sanlúcar de Barrameda. A raíz de esto, el consejero de Turismo y Deportes de Andalucía, Francisco Javier Fernández, expuso que, a partir del año que viene, el Desafío de Doñana será una prueba oficial para paralímpicos. El triatleta se siente orgulloso de romper barreras y abrir puertas al mundo paralímpico.

El Desafío de Doñana siempre ha estado en mente de Zambrana y es, hasta el momento, la prueba más dura a la que se ha enfrentado. «Se lo debía a todos los que me han apoyado y me han ayudado a seguir superándome día a día. Agradezco a mi entrenador y a mi espónsor que hayan confiando en mí y mencionar de manera especial a mis hijos y a mi mujer por acompañarme física y moralmente en todas mis aventuras», confesó Zambrana, emocionado.

La prueba comenzó en la playa sanluqueña de Bajo Guía, donde el pelotón de ciclistas rodaron 100 kilómetros en bicicleta, pasando por Trebujena, Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María, Rota y Chipiona antes de regresar a Sanlúcar. En esta primera parte, el ciclista se sintió muy motivado y logró completarla en un tiempo de 2:58:19 horas, un tiempo muy considerable para él.

Después fue el turno de la natación: un kilómetro a nado para atravesar el río Guadalquivir, donde el malagueño se sorprendió a sí mismo. Finalmente, la carrera a pie por Doñana. En esta ocasión fueron 15 kilómetros de ida y 15 kilómetros de vuelta. Una carrera muy singular al contar con dunas y arenas cambiantes en función de la crecida de la marea como condicionantes. Fue aquí donde Zambrana, a los 18 kilómetros, comenzó a sentir dolor de muñón, agobio y ansias por llegar. Todo esto sumado al esfuerzo mental que el desafío supuso. Pero esta serie de factores no fueron impedimento para que Zambrana lograra superar el gran reto que deseaba conseguir desde hace años.