Imaginemos por un momento. Antepenúltima jornada liguera para el Málaga CF. De repente nos hemos trasladado al último lunes de mayo. Hoy es día de resaca tras otro domingo electoral, pero en este caso con las municipales en juego. El equipo adiestrado por Víctor Sánchez del Amo se la juega en La Rosaleda frente a un Real Zaragoza aún no salvado. La tensión en las gradas se vive desde una hora antes, porque el equipo aún tiene en sus manos el ascenso directo a Primera. Está obligado a ganar. Con los resultados de este domingo, el empate le dejaría a siete puntos de distancia e incluso podría complicarle los cruces del play-off.

El partido es feísimo. A las dificultades de los blanquiazules para enderezar su rumbo ante su afición hay que sumarle los nervios de estos choques decisivos para culminar el objetivo de una temporada. Acaba de superarse el minuto 70 y no hay goles. Pero de repente una acción aislada acaba con un jugador visitante tendido sobre el centro del campo. Los locales trenzan en ese momento una jugada por la banda izquierda y cae el balón en las botas de Ontiveros. A pesar de que los zaragocistas reclaman que se detenga el juego para que el compañero lesionado sea atendido, el marbellí se adentra en el área y de bellísimo disparo cruzado, ajustado al palo largo defendido por el arquero argentino Cristian Álvarez. Las gradas del estadio corean el nombre del habilidoso extremo malaguista. Es sin lugar a dudas uno de los nombres propios a lo largo de esta recta final de la temporada.

No obstante, el lío sobre el césped es monumental. Una tangana interrumpe cualquier posibilidad de que se pueda sacar de centro. Varios empujones terminan con un futbolista blanquiazul tendido sobre el césped. Los visitantes continúan sin saber por qué no se interrumpió la acción cuando alzaron los brazos para alertar sobre la necesidad de atender al compañero caído.

Lo mucho que se juega el Málaga CF tampoco ayuda. Saltan hasta integrantes de los dos banquillos para separar a futbolistas y hay quien directamente le reprocha al propio Sánchez del Amo que no hubiese ordenado la inmediata paralización del juego, una vez que el colegiado había dejado continuar. Y sigamos imaginando. Que el propio árbitro ordena el saque de centro y que a instancias del entrenador malaguista, los locales se dejan encajar el empate a uno. El tanteo ya resultaría inamovible. Pensemos, por un momento, que ese gesto extremo de juego limpio deja a tu equipo fuera de poder luchar por el primer objetivo marcado.

¿Dónde están para ti los limites del fair-play? ¿Qué ejemplo dan algunas conductas, gestos y declaraciones a los futuros deportistas, pero sobre todo personas que conformarán mañana nuestra sociedad? El relato readaptado a lo que podría ocurrirle a la escuadra costasoleña lo protagonizó este domingo un viejo conocido, el Leeds inglés, que fuese rival malaguista en aquella UEFA 2002/2003. El «Loco» Bielsa ordenaba a sus jugadores dejarse marcar ante el Aston Villa. Ese empate suponía, a una jornada para el final, decir adiós al ascenso a la Premier. Confiemos en que no se trate de un ejemplo a extinguir.