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Cierra la aplicación de pagos Verse por no ver "una ruta sostenible" en el horizonte

La empresa, creada en Barcelona en 2015 y gran competidora de Bizum en sus inicios, era propiedad del fundador de Twitter, Jack Dorsey

El equipo de Verse en una imagen de archivo.

El equipo de Verse en una imagen de archivo.

Paula Clemente

La aplicación de pagos Verse desaparece. Según ha hecho público este jueves la propia empresa, dejará de operar el 13 de septiembre, al no "identificar una ruta sostenible" que les permita "seguir creciendo y proporcionar a su vez el nivel de servicio e innovación" que sus clientes "esperan y merecen", dice en un comunicado. Esta empresa, creada en Barcelona en 2015 y gran competidora de Bizum en sus inicios, era ahora propiedad del fundador de Twitter, Jack Dorsey, quien ha decidido liquidarla tras pagar por ella más de 30 millones de euros hace tres años.

"El cierre de Verse tendrá lugar el 13 de septiembre, en dicha fecha, la aplicación se desactivará desaparecerá de las tiendas de aplicaciones y de los dispositivos", detalla este jueves la compañía, empezándose a mover para que sus clientes tengan margen para dejar su cuenta a cero antes de ese día.

"Tu dinero seguirá estando protegido y habrá un proceso establecido en caso de que desees reclamarlo después del cierre de Verse, pero te recomendamos encarecidamente que retires tus fondos usando la aplicación de Verse mientras puedas", aconseja la empresa en su página web. "Las retiradas después del cierre de la aplicación serán significativamente más lentas y requerirán una ejecución manual, como completar formularios y verificar de forma manual la identidad", se explica. Sobre todo porque a partir de la fecha límite no será posible descargar ni acceder a la aplicación. Tampoco utilizar la tarjeta VerseCard.

La trayectoria de Verse

La historia de Verse ha sido turbulenta casi desde el principio. La crearon Borja RossellÁlex Lopera y Darío Nieuwenhuis en 2015 como su segundo proyecto emprendedor, pero aproximadamente dos años más tarde, los principales accionistas de la compañía (que, entre una ronda y otra, habían invertido en ella unos 30 millones de dólares) decidieron apartarles de la gestión de la empresa por no haber alcanzado las cifras prometidas. Lo que se decía entonces, extraoficialmente, es que se olían que las habían inflado en un principio.

Así llegó al cargo de consejero delegado Bernardo Hernández, un experimentado emprendedor e inversor con experiencia en GoogleFlickrTuenti e Idealista, que fue quien vendió la empresa a Block, la 'startup' propiedad del cofundador de Twitter.

Pero con eso no acabaron los problemas: la empresa ha sido multada recientemente con 280.000 euros por el Banco de Lituania, donde tiene su sede, por violaciones sistemáticas de los requerimientos de prevención de blanqueo de capitales y financiación del terrorismo, así como por no implementar apropiadamente los requerimientos para que se identifiquen los clientes, lo que permitía abrir cuentas anónimas o bajo nombres ficticios.

Presumiblemente, esto ha empeorado una situación que, en base a lo que apunta la única explicación que ha dado la compañía respecto el cierre (no encontrar una "ruta sostenible"), estaría siendo complicada.