Loss protagonistas de media Historia de España están en el árbol genealógico de Almudena de Arteaga (Madrid, 1967). Nada extraño, pues, en que ella cultive la novela histórica y haya dejado la abogacía. ¿Dónde documentarse mejor que en la propia casa? La marquesa de Cea, descendiente de la princesa de Éboli y del marqués de Santillana, uno de los títulos que heredará con el ducado del Infantado, publica ahora su decimosegunda novela, ´Ángeles custodios´.

–¿Fue abogada pero tras el éxito que obtuvo en 1997 con ´La princesa de Éboli´ descubrió que quería ser escritora?

–Sí, estuve unos años en un despacho de laboral defendiendo a la empresa, pero casi siempre ganaba el trabajador, y luego, en uno de Civil. Trabajando allí, entre demanda y demanda, hacía un poquito de Éboli. Fue una propuesta de Martínez Roca, el editor. Es antepasada mía, tenía bastante documentación de ella y me sabía su historia desde niña porque el famoso cuadro de Sánchez Coello con gola y parche en el ojo era de mi abuelo y estaba en un sitio preeminente del salón de su casa.

–¿La princesa de Éboli?

–Fue una buena madre [tuvo diez hijos] y una buena esposa, pues yo sigo defendiendo que no se acostó con Felipe II y no hay nada que lo pruebe. Fue amante de Antonio Pérez después de quedarse viuda; fue monja y fue intrigante pero yo creo que fue la cabeza de turco que tenía que caer en el crimen de Escobedo. Era cómplice pero no la mano ejecutora, sin embargo murió en prisión.

–¿La Beltraneja? ?

–Un personaje fascinante. Después de escribir la novela sobre ella me llamaron de la Universidad de Lisboa para ver si localizaban su cadáver y hacer lo mismo que con Colón, pero desapareció en el terremoto de Lisboa y nunca fue encontrada. Es otra incógnita de la Historia. Los que dominan siempre se encargan de deshacerse de todo lo que puedan ser pruebas en su contra en el futuro.

–Era inevitable que escribiese sobre el Marqués de Santillana, poeta y padre del primer duque del Infantado.

–Ha sido mi protagonista más difícil. Resultó muy complicado porque yo ya estaba un poco harta de las batallas medievales y quería hacerlo más fácil para el lector. Íñigo López de Mendoza se dedicó a escribir gracias a su madre y a su abuela, puesto que su padre vivía en adulterio con una sobrina suya en Guadalajara mientras su madre estaba en Carrión de los Condes. Él iba a Carrión, embarazaba a su mujer, que era su deber como noble, y se volvía con su amante, con lo cual no tuvo mucho roce con su padre, y se dedicó a las letras cuando entonces todos eran hombres de armas. Con eso rompo el tabú de que las mujeres no sabían leer y escribir, en el siglo XV ¡mentira!, la que tenía posibilidades aprendía a leer y a escribir. Santillana empezó a escribir por influencia de ellas, y así se hizo poeta.

–Usted será la próxima marquesa de Santillana.

–Sí. Y con todo el lío que está montando TVE con la serie ´Águila Roja´, donde sale una marquesa de Santillana que nunca existió y, encima, la vilipendian.

–¿Le gusta que la nueva ley no privilegie al varón en la sucesión?

–Es un tema muy doloroso, porque toca muy de cerca a todas las familias próximas. Es un conflicto entre hermanos, está claro, pero yo he recibido la misma educación que mi hermano en todo. Si quieres que una institución evolucione tiene que modernizarse, no se puede anclar en la legislación de Alfonso X el Sabio. Si queremos que siga, debe cambiar.

–El cambio todavía no ha llegado a la Constitución para que pueda acceder al trono una mujer.

–Le queda un cuarto de hora. Probablemente se respetará al Príncipe de Asturias pero luego, aunque nazca un niño, Leonor será la reina, una vez que se reforme. Si sigue la Monarquía en España, claro, porque todo son incógnitas.

–Margarita Pérez-Seoane, primogénita del duque de Pinohermoso, acudió a los tribunales en 1985 y abrió esa brecha sucesoria.

–Es curioso, al final, las que rompieron la brecha se han quedado relegadas del cambio porque agotaron todas las vías jurídicas posibles antes de que cambiara la legislación, por tanto es ya cosa juzgada. Pero, indudablemente, yo les reconozco su valor por la lucha. Era un tren al que había que subirse. En mi caso, no fue necesario porque mi padre está vivo y espero que viva muchos años. La gente se cree que yo he pleiteado, y no; yo, siempre digo, lo he tenido muy cómodo. No tuve que discutir por nada.