La necesidad de enfriar el sofocante calor del verano no es tarea fácil. A menudo, lo más sencillo suele ser recurrir a la tecnología, pero esto puede traer consigo un importante aumento del consumo eléctrico, y por consecuencia, de la factura de la luz.

Si contamos además la subida en el consumo del agua, propia del periodo estival, lo más probable es que necesites algún que otro consejo para que las facturas no te causen un mal mayor al que podría causarte una insolación.

Las corrientes pueden ser tanto aliadas como enemigas. Si se abren las ventanas cuando la temperatura exterior es más fresca que la del hogar conseguiremos rebajar el calor. Por el contrario, se debe evitar toda corriente cuando el exterior es más caluroso que el interior y procurar cerrar las persianas cuando el sol pegue de frente. De lo contrario, solo conseguiremos sacrificar la frescura del interior a cambio de una brisa que no durará demasaido.

De cara a evitar el consumo, es más recomendable emplear un ventilador de aspas durante las horas más frescas, que un aparato de aire acondicionado cuando hace mucho calor, ya que estos últimos aumentan su consumo un 8% por caga grado adicional a enfriar. Es necesario recordar que nunca se deben abrir las ventanas con al aire acondicionado en marcha.

A la hora de elegir electrodomésticos de refrigeración debemos fijarnos en la calificación energética, y escoger los que ofrezcan una eficiencia mejor y un menor consumo, entre los que se encuentran los de etiqueta A, A+ o A++.

Otro factor a tener en cuenta son las filtraciones involuntarias de la propia vivienda. Es de vital importancia evitar franjas, grietas, huecos en las puertas y demás vías que permitan el escape del calor, ya que esto acabará traduciéndose en un mayor consumo de los aparatos de refrigeración al no lograr mantener una temperatura estable. En caso de localizar alguno de estos problemas, invertir en solventarlo podría ser más rentable a la larga.