La fabulación del erotismo exige credibilidad y humor. Coger las palabras sin prejuicios y deslizarlas con buen ritmo por dentro de lo que se quiere contar, y de aquello que se oculta pero de lo que hay que tirar para entender los recovecos donde la historia tiene lo mejor de sí misma. Esto es lo que hace satisfactoriamente Carmen María Machado en Su cuerpo y otras fiestas, compuesto por ocho relatos que indagan a través de la ciencia ficción, de la comedia, del terror psicológico y del realismo mágico en la mujer sujeta a la complejidad del deseo y de la violencia, de lo sobrenatural y de la fragilidad humana. Mujeres engarzadas unas a otras en las tramas que asemejan las perlas de un collar que anudarse al cuello. Lo mismo que esa cinta de color verde que una chica le prohíbe tocar a su chico, y luego marido. Una cinta que representa el límite de la posesión del desnudo, el imaginario de un placer inalcanzable y a la vez perverso que los une en un juego de dominación y huida. Explora el relato en las relaciones que establecen diferentes formas de sexualidad, las emociones que conjura y los vacíos y fetichismos que se van creando en una pareja hasta que se dan cuenta de que también son trampas, rutinas y exigencias que terminan creando otra relación distinta a la que los unió un día. Incluso la ruptura del cristal en el que ambos reflejan la insatisfacción, las grietas, la soledad, las fantasías.

tiene esta historia de Carmen María Machado resonancias de La cinta verde, aquella fábula infantil que remite a la oscuridad del terror de los antiguos cuentos populares. Su eco no resta fuerza ni desenvoltura a la historia narrada a golpes, con una envolvente atmósfera y un lenguaje enfrentado al hechizo de su realismo, trenzado por la fuerza y el imán del enigma de los antiguos cuentos populares. Está bien traído al principio del libro este relato porque sumerge al lector en la poética de inquietantes cuentos de hadas con toques feministas y una buena tuerca de realismo mágico que enhebran esta caja de Pandora. Así lo ratifica la pieza Ocho bocados, protagonizada por una mujer obesa que se somete a una cirugía bariátrica, inducida por la promesa de sus hermanas de que será feliz, y por la creencia de su madre que consideraba que ocho bocados son suficientes para sacarle el gusto a lo que se come. No siempre lo soñado engorda la felicidad de un desenlace, nos moraliza este cuento triste en su final con simbolismo sobre la anorexia..

otra de las piezas Otra de las piezas que sobresalen en este libro, y vinculado al anterior en su carga moralizante y la obsesión física femenina, es Las mujeres de verdad tienen cuerpos cuyas protagonistas se vuelven transparentes y resplandecientes por un misterioso virus que las persigue entre tiendas de ropa, intimidades sexuales de alcoba con pasión contra la rutina y liberación sexual, y el guiño fantástico de una costurera que les cose la ropa la cuerpo como conjuro contra su enfermedad. Quizás sea este cuento uno de los mejores del libro de Carmen María Machado, cercana en su mirada sobre el terror a la estupenda cuentista Mariana Enríquez, compañera en Anagrama. Sin olvidar pieza como Inventario, en cuyas páginas una mujer hace memoria de sus aventuras eróticas con hombres y mujeres, sin importarle que el mundo esté a punto de desaparecer, lo mismo que el contacto físico entre las personas. Y me quedo con el difícil ejercicio experimental de Especialmente atroz. 272 capítulos de Ley y orden: Unidad especializada en víctimas, basado en la famosa serie televisiva que la autora desconstruye en breves sinopsis de los episodios de corte surrealista, y que parodian la violencia sexual y su narración como espectáculo en busca del éxito de share. No faltan en el libro tramas de mujeres con secuelas de violencia que escuchan los pensamientos de los intérpretes de películas porno ni urbanizaciones de artistas en las que gobierna el miedo. El todo es un macabro espejismo del erotismo frente al terror.