Ella camina sola por un camino de montaña. En la siguiente cima cree ver un hombre que ha visto camino abajo, creyendo adelantarlo. Al parecer, la espera. Se dice que no debe tener miedo, pero se da cuenta que está sola en aquel perdido lugar del mundo ante un posible agresor. El hombre la sigue, quiere atraparla con el lazo de sus prismáticos al cuello, pero ella consigue deshacerse de ellos y corre. La policía no le presta atención hasta que, una semana más tarde, una joven de la misma edad es encontrada estrangulada con ese mismo lazo, después de haber sido torturada y violada. ¿Por qué ella se salvó y la otra joven murió? Es una de las fascinantes historias de esta recopilación de careos con la muerte.

Después de leer Sigo aquí, cualquier juraría que Maggie O'Farrell tiene un trato con la muerte. Como su título indica, sigue aquí después de un largo y variado recorrido por el precipicio de la vida. Es la forma en que la autora nos hace saber que el final es algo tan cotidiano como cualquier otro acontecimiento de nuestra vida. De eso mismo trata este fabuloso libro autobiográfico, de diecisiete «roces con la muerte», como lo llama su autora. Límite respecto a Maggie O'Farrell, y al lector, vivir mejor, aprovechar la vida porque al final puede estar allí, esperándonos o, como en su caso, acercándose demasiado. Si fuéramos conscientes de que el peligro acecha al girar la esquina, en las curvas de los caminos, de la cantidad de gente que quiere hacernos daño y ni siquiera ellos saben por qué, uno se quedaría inmóvil sin salir de casa. Lo que produce Sigo aquí es el polo opuesto. Es una apuesta por la vida. «Las experiencias cercanas a la muerte no son un hecho único ni excepcional», dice la autora.

«Me atrevería a decir que todo el mundo ha tenido en algún momento. Paseamos todos aquí como encantados, viviendo un tiempo prestado, hurtando los días, liberándonos del destino, sin saber cuando nos caerá el hacha encima ». Momentos cruciales que siempre estarán a pesar de todo, recordándonos, aunque quiera un olvidarlo, el transitorio que somos en este mundo. Es el capítulo llamado «Abdomen» -cada capítulo se titula según la zona afectada- quizás uno de los más llamativos, porque la muerte está a punto de generarla la misma seguridad social británica, cuando se le niega la cesárea a pesar del complicado cuadro médico que presenta.

En Chile un ladrón le pone un machete en el cuello. De viaje a Hong Kong, el avión en el que vuela está a punto de caer sobre el océano Pacífico. Es como una aplanadora de sentimientos aquel otro capítulo - «Torrente sanguíneo» - en el que habla de un aborto natural, un tema tabú según la autora, al que las mujeres se ven obligadas a restarle importancia. En conjunto Sigo aquí resulta tan adictivo como demoledor. O'Farrell no hace un trato con la muerte, las páginas de este libro son un trato con la vida, con la manera de aprender del final, para vivir más intensamente