Tolstoi no siempre fue un santo varón, pero buena parte de los últimos años de su larga vida de 82 años los dedicó a una labor de búsqueda personal y sobre todo de despertar a sus semejantes para que aprendieran a llevar una vida de bien. Fruto de ello es 'El camino de la vida', su ultimo trabajo como escritor que reune, en sus propias palabras, los pensamientos de los «sabios mas grandes del mundo», recopilados por Tolstói para inculcar a las personas que para llevar una vida de bien, «es necesario que sepa lo que debe y lo que no debe hacer».

Tolstoi dividió 'El camino de la vida' en 31 capítulos, cada uno de ellos dedicado a un tema que juzga trascendental: la religión, el alma, el amor, la fe, la muerte, la ira o la holgazanería. A cada uno de ellos dedica un número de reflexiones extraídas de los pensadores mas dispares y rectos de la historia. Desde Jesús a Bakunin, de Maquiavelo a Lao-Tse, de Ibrahim de Córdoba a Pascal.

El camino de la vida apareció en ruso pocos meses después del fallecimiento de Tolstói, pero en español había permanecido inédito hasta ahora.

El libro y sus enseñanzas son el fruto de los últimos treinta años de la vida del escritor, que lo retratan como el hombre dedicado a los pobres y a tratar de enseñar a sus semejantes los idearios de una vida recta y honrada.

Pero no siempre fue así. En su juventud Tolstói fue lo que se dice todo un golfo, un buen vividor, liquidador del dinero y la fortuna familiar. Lo mandaron a estudiar Derecho a Kazan pero a él le gustaban las mujeres, el juego y las apuestas. Por eso volvió a casa sin título y con una gonorrea que tardó en curar. Cosas de juventud. Como el retarse a duelo con Turgueniev, duelo que afortunadamente para ambos nunca se produjo, pero que le tuvo 17 años sin hablarse con el también escritor, un defensor de la Rusia europeísta frente a las ideas más eslavófila en las que entonces creía Tolstói. Frente a esto, existía una admiración mutua entre ellos.

Poco a poco fue convirtiéndose de palabra y con los hechos en una especie de profeta de los pobres, defendiendo un cristianismo comunitario, cediendo gran parte de sus tierras a sus campesinos, conviviendo con ellos e incluso trabajando para ellos de zapatero remendón, oficio que se empeñó en aprender para ejercerlo.

Toda esa enorme actividad corrió en paralelo y fue creciendo conforme fue aupándose la enorme talla de gigante de la literatura. En 1863, es capaz ya de concebir su monumental 'Guerra y paz', que fue produciendo en folletines y se editó al completo en 1864. En esa fecha, con apenas 35 años, cuando aun estaba poniendo en pie los cimientos de su vida familiar y solo había nacido el primero de sus doce hijos, Tolstoi ya había dado al mundo una de sus obras inmortales, ya había alcanzado la cima de su madurez literaria. El escritor luego la hizo engordar con textos como 'Ana Karenina' o 'Resurrección'.

La publicación ahora de 'El camino de la vida' en Acantilado recoge el trabajo de esta editorial que se ha venido ocupando en los últimos años de la obra de este gran ruso.

En Acantilado han aparecido 'Sonata a Kreutzer', 'Confesión', 'La tormenta de nieve', 'La felicidad conyugal', 'La historia de un caballo', el libro de relatos, 'Después del baile', así como una selección de sus Diarios en dos volúmenes; la mayoría de ellos traducidos y prologados por Sela Ancira, una de las mayores estudiosas de la obra de Lev Tolstói.