El asesinato a manos de un anarquista de una personalidad tan arrolladora en la política española como Antonio Cánovas del Castillo, la irrupción de la I Guerra Mundial y más tarde de la Guerra de Marruecos, terminaron dejando en un discreto segundo plano la muerte en 1912 del presidente del Gobierno José Canalejas, a manos de otro anarquista.

Murió por los disparos del oscense Manuel Pardiñas, quien oficialmente se suicidó tras el magnicidio, aunque siempre se puso en duda el final del asesino y se especuló si no murió por mano ajena, para que no desvelara quién estaba realmente detrás de esta muerte.

El de Canalejas fue por tanto un asunto turbio, anterior en medio siglo al asesinato de Kennedy, otro magnicidio envuelto en las brumas de las conspiraciones.

Con estos interesantes mimbres, el onubense Julián Granado (1957) ha escrito 'El complot Canalejas', que acaba de editar Ediciones del Viento y con el que ha conseguido el XXIII Premio de novela Ciudad de Salamanca.

La obra parte además de otro curioso hecho histórico: el rodaje ese mismo año de 1912 del cortometraje 'Asesinato y entierro de don José Canalejas', que supuso el estreno en la gran pantalla de un jovenzuelo José Isbert.

En 'El complot Canalejas' Julián Granado nos brinda una novela policíaca muy bien trenzada, que parte de las indagaciones sobre el asesinato realizadas por el policía que escoltaba a Canalejas en el momento de la muerte. El encargo, que parte de la viuda del político fallecido, le llevará a escenarios tan atractivos como Francia y Estados Unidos, activos centros del anarquismo internacional y en especial, del español.

Supone por tanto 'El complot Canalejas' una ventana muy veraz y bien descrita a la forma de vivir y pensar de este movimiento que agitó el mundo occidental a finales del XIX y comienzos del XX.

Sabe Julián Granado reflejar sin disonancias las intrigas en los despachos que dirigen nuestra nación y también los bajos fondos más míseros para llegar a un final, como manda el cánon policíaco, difícil de prever.