Son escritores como Antonio Soler o Alfredo Taján; poetisas como Isabel Pérez Montalbán o Aurora Luque, o Jiménez Millán; cuentistas como Felipe Navarro o editores como Carlos Pranger. Hombres y mujeres de la cultura que se convierten en compañeros de viaje para, guiados por su mano, romper el aislamiento y desbordar la imaginación.

Antonio Soler. La peste

Recomendaría varios libros relacionados directa o indirectamente con el aislamiento. Dos de ellos, evidentes, tienen que ver con una epidemia, pero la abordan de dos modos muy diferentes. La peste, de Camus, que reflexiona sobre el confinamiento y la actitud del ser humano y de una sociedad ante un hecho de ese tipo. Y Decamerón, que incita a sobrellevar la cuarentena por medio de la evasión y el recuerdo de los placeres que hubo, y que habrá.

Por otro lado, Trenes rigurosamente vigilados, de Bohumil Hrabal, que habla de su país, Chequia, ocupado por los nazis y cuenta cómo con humor, ternura, valentía y dramatismo se puede hacer frente al enemigo. Por último y como homenaje a Madrid, Romanticismo, de Manuel Longares. El final de la dictadura en el barrio de Salamanca narrado con gran ironía y una calidad literaria de primera magnitud.

Alfredo Taján. Limónov (Anagrama)

Escribiendo sobre seres malignos, inscritos, además, en textos salvajes, aprovecho esta ventana para homenajear al poeta-personaje-político, y pútrido, ¿por qué no?, escritor ruso Eduard Limónov (1943-2020), recientemente fallecido, al que el francés Emmanuel Carrère hizo protagonista de la novela de no ficción del mismo nombre, traducida al español para Anagrama por Jaime Zulaika y editada en el casi ya lejano 2011. Leer esta pieza es similar a lanzarse por el brutal tobogán de la URSS, con sus mutaciones y abracadabras, hasta llegar a la no menos brutal Rusia del zar Putin I. Les aseguro que, en medio de todas las metamorfosis, siempre nos toparemos con el pícaro Limónov: pontificando, haciendo el amor con mujeres, y también, en Nueva York, con un negro dotado. Ya es menos gratificante, pero sí de una delicia sadomasoquista sin igual, cuando se emplea como mercenario del higienista serbio Radovan Karadzic, o cuando monta un partido político en el que fusiona la extrema izquierda bolchevique con el nazismo. En nuestras madrigueras actuales esta novela, o lo que sea, de Carrère, resulta, cuanto menos, de una atractiva e inolvidable repulsión, y se lee con una mano.

Alfonso Vázquez. La saga/ fuga de J.B.

Para estos días, y para siempre, recomendaría 'La Odisea', para viajar y disfrutar con una de las columnas de la literatura universal. En este año de Galdós, quien se adentre en 'Fortunata y Jacinta' descubrirá un novelón magistral y no un folletín decimonónico. Siento debilidad por 'La saga/fuga de J.B.' de Gonzalo Torrente Ballester, igual que por 'El gran momento de Mary Tribune' de Juan García Hortelano. 'El jardín de los Fizzi Contini' de Giorgio Bassani y 'El mar de las Sirtes', de Julien Gracq, son dos libros mágicos e inolvidables. De periodismo hay que descubrir 'Perelmanía', los descacharrantes artículos de S.J.Perelman, el maestro de Woody Allen. Y en poesía, 'Primera playa', del recién desaparecido poeta malagueño Pedro Tedde de Lorca.

Guillermo Busutil. Historia de la Imaginación

La imaginación es la mayor aventura del hombre. La llave abracadabra que flanquea todas las puertas cerradas de lo real, Sin ella no existiría el viaje, la creatividad, la libertad de volar del alma. Siempre lo he pensado así. Y después de leer el estupendo ensayo de Juan Arnau, Historia de la Imaginación, en Espasa, me ratifico en mi idea. Su prosa, precisa y didáctica, nos regala un luminoso diálogo entre lo científico y lo literario a través de un viaje por las filosofía griega, la cábala, el sufismo, la magia del Renacimiento, los mitos románticos y el teatro de la mente. Una lectura desde la que pensar la imaginación de lo que somos. Ahora que no podemos salir fuera, hagámoslo con Compañeros de viaje de Virginia Moratiel y la cartografía de caminos en los que Rilke, Leopardi, Rosalía de Castro, Whitman, Emily Dickinson, Alejandra Pizarnik o Paul Celan dejaron constancia de la belleza desde el dolor, de la poesía para sanar el alma, de la itinerancia, del deseo de ser otro.

Herminia Luque. Grecorromanas. Lírica superviviente de la Antiguedad clásica

En estos días extraños, de bodas de soledad con una misma, voy a recomendar, al estilo de bodas pretéritas, una cosa nueva, otra vieja, otra azul y otra prestada. Un libro antiguo (de 1996, aunque publicado por Anagrama en este marzo de 2020), Un lugar llamado Antaño, de Olga Tokarczuk; un libro nuevo, de este mismo marzo, Grecorromanas. Lírica superviviente de la Antigüedad clásica (en la mítica colección Austral), una antología de poetisas seleccionada por Aurora Luque; un libro azul (por el color de la portada, no por la sangre de sus venas ideológicas), La reina del exilio, mi novela recién publicada (Edhasa, 2020). Y, por último, un libro prestado, que leí hace tiempo, tal vez de alguna biblioteca, La montaña mágica, de Thomas Mann. Por si sirve de consuelo.

Isabel Pérez Montalbán. El cuento de la criada

Vida y destino de Vasili Grossman (1980, Galaxia Gutemberg).

Porque habla de la Segunda Guerra Mundial y ahí está todo expuesto, la censura, el encierro, la muerte, el infierno, las dictaduras. Si no aprendemos del pasado, no podemos disparar hacia el futuro.

España, aparta de mí este cáliz, César Vallejo (1939, varias editoriales).Recoge el infierno de la Guerra Civil española, desde una aliento poético único.Todo Galdós, cualquiera de sus obras, porque contó gran parte de la historia de España, con todas sus contradicciones. Desde los Episodios Nacionales a la miseria pequeña de la docilidad en Misericordia. La cultura, querido Robinson, de Guillermo Busutil, porque recoge la cultura contemporánea con brillante prosa, y no olvida las referencias en todos los ámbitos.

La poesía de autoras actuales imprescindibles, como María Eloy-García, porque cuenta con imágenes el presente del siglo XXI en todas sus contradicciones. También la de Aurora Luque, Ana Rosetti, Juana Castro y la de tantas poetisas que están dejando testimonio de nuestro siglo con calidad y conciencia.

Las novelas escritas por mujeres como Marta Sanz, Herminia Luque, Belén Gopegui, Isabel Bono o Ana María Matute. No paramos de aprender porque están cambiando la manera de narrar desde un punto de vista disidente. Recomiendo especialmente El cuento de la criada, de Margaret Atwood y la serie, porque plantea una distopía no tan lejana sobre las mujeres.

Felipe R. Navarro. La palabra del mudo

La lectura y la escritura son siempre una suerte de confinamiento, de modo que estos días yo no he seleccionado lecturas ad hoc, sino que me mantengo en las que ya tenía en la mesa, si bien ahora con más tiempo no porque trabaje menos ahora, sino porque las horas de desplazamiento las uso para leer y trabajar. Tengo estos días en las manos La palabra del mudo, los cuentos de Julio Ramón Ribeyro, que ya releía para un artículo en la revista Tales. Estoy también con Todo arde, la nueva novela de Nuria Barrios, tan hermosa como dura, y con Los emigrados, de W.G. Sebald, cuatro paseos maravillosos y emocionantes, como todos los de Sebald, sobre la memoria. A mis alumnos de Filosofía del Derecho les he recomendado que se hagan con Walden, de Thoreau; él se confinó voluntariamente dos años a ver la vida tras las ventanas y pensar el mundo de otro modo -aunque él sí podía pasear por el bosque-. Tengo también en la mesa La sabiduría de lo incierto, un gran ensayo sobre la lectura de Joan-Carles Mèlich, la Poesía Reunida de Wallace Stevens, y dos Diarios, los de Iñaki Uriarte y los de Franz Kafka. Los Diarios de Kafka, ese gran confinado, siempre están en mi mesa, esté yo confinado por Real Decreto o como casi siempre por propia voluntad.

Antonio Fontana. Pequeñas mujeres rojas

Ahora que al primer estornudo se nos recomienda paracetamol y, al primer golpe de tos, también, yo propongo altas dosis de pequeñas mujeres rojas, de Marta Sanz. Cualquier cosa que pueda decir de esta novela es poco: fantasmagórica, espectral. Un viaje -ya que salir de casa es lo que queremos- a uno de esos pueblos que esconden entre sus cuatro calles un infierno grande: Azafrán. ¿O será Azufrón? Paula Quiñones, a quien conocimos en Black, black, black y cuya pista seguimos en Un buen detective no se casa jamás, viene a localizar fosas de la guerra civil; es decir, a desenterrar secretos y venganzas. No lo oye, qué lo va a oír, pero a su alrededor un ejército de niños perdidos y mujeres muertas le susurra al oído: «¡Cuidado, ten cuidado!».

Vicente Ruiz Mora. El precio de la amistad

En estos días tan raros, donde cuesta mantener la concentración por la angustia que a veces nos invade, prefiero evitar las novelas y leer libros que pueden recorrerse a ratos, de manera episódica: libros de poemas como 'Tiempo de enfriamiento', de la poeta C.D. Wright, libros de relatos breves, como 'El precio de la amistad', de Kjell Askildsen, o ensayos como 'El conocimiento perdido de la imaginación' de Gary Lachman, o 'Historia de la imaginación de Juan Arnau, que estoy leyendo con mucho interés y aprovechamiento.

Antonio Jiménez Millán. La cultura, querido Robinson

De entrada, uno tiende a recomendar la lectura de autores imprescindibles: Gustave Flaubert, Jorge Luis Borges, Albert Camus, Gabriel García Márquez, Juan Marsé€

Y en poesía, Luis Cernuda, Jaime Gil de Biedma, Ángel González o el reciente premio Cervantes, Joan Margarit (su poesía completa está publicada en Austral).

Pero quiero insistir en algunos autores andaluces y, en especial, malagueños o residentes en la ciudad. Así, en novela recomendaría 'Sur', de Antonio Soler, 'Petit Paris', de Justo Navarro, y 'Diario del asco', de Isabel Bono, que acaba de salir en Tusquets (y de momento no se puede presentar, pero sí pedir y leer). En poesía, y por orden cronológico, 'El desgarro', de Jorge Villalobos; 'Ficciones familiares', de Álvaro Galán Castro, y el muy reciente libro de Diego Medina Poveda 'Todo lo que es verdad' (accésit del premio Adonais, Rialp). También hay que estar atento al libro de Aurora Luque, ganador del Premio Loewe (Visor). Por último, dos ensayos: 'La cultura, querido Robinsón', de Guillermo Busutil, y 'Las palabras rotas', de Luis García Montero.

Carlos Pranger. Rastros de carmín

Se afirma que el arte confiere sentido a la vida y es refugio improvisado en tiempos de crisis.

En primer lugar, recomiendo el libro más insigne del crítico cultural estadounidense Greil Marcus: Rastros de carmín (Anagrama, 2019). Se trata de un recorrido extraoficial y paralelo por la historia del siglo XX. Perfila Marcus un ácido pero erudito recorrido por la cultura, nada superficial, eléctrico, que va desde los Sex Pistols a las herejías de la Edad Media, pasando por los escritos de Guy Debord, las performances Dadá o la política neoliberal de Ronald Reagan.

En segundo lugar, y siguiendo con el arte, propongo Los fantasmas de mi vida (Caja Negra, 2018), de Mark Fisher, una emotiva compilación de ensayos y artículos acerca de una cultura pop deprimida, enferma de nostalgia, de hauntología, en la ciudad que es modelo de decadencia en el siglo XXI, Londres, una masa de personas y arquitectura que se devora a sí misma al ritmo de la música electrónica de Burial.

Por último remato con una novela breve, penetrante y con tintes policíacos sobre los límites del arte, Estrella distante (Alfaguara, 2018), de Roberto Bolaño. El protagonista, el poeta Arturo B, sigue las huellas del cruel y oscuro Carlos Wieder, piloto de las fuerzas aéreas de Chile, que escribe versos en el cielo con el humo de su avioneta y conduce a la poesía hasta el abismo, a la infamia.

Aurora Luque. Gacelas de arena. Poesías árabes de la Edad de Oro

Recomiendo dos antologías de poesía publicadas por Austral. Decía Emilio Lledó que los libros de esta colección, que en los años 40 llegaban a sus manos desde Argentina, fueron para el «compañía firme, amistad, diálogo con otras palabras y, sobre todo, el descubrimiento de ese lenguaje que nos enriquece y ayuda a conocernos». Que Austral sigue en plena forma lo demuestran títulos como 'Gacelas de arena. Poesías árabes de la Edad de Oro (ed. de Margarida Castell) o El canto de la décima Musa: Poesías del Renacimiento y el Barroco (ed. de Esther M. Villegas) En la primera antología puede leerse por ejemplo, esta Canción báquica: «¡Compañeros de bebida, amigos!/ ¿Por mí habéis entonado esas melodías?// En el fondo de la copa yace mi destino/ efluvios de arrayán aroman mi vida// efluvios de arrayán aroman mi vida//¿Volverán las noches de gozo compartido?/ ¡Quién sabe! Los días, a soñar me invitan» La poeta Rabia al Adawía escribió estos versos en Basora en el siglo VIII. Su llamada a los amigos, su nostalgia de las noches de gozo compartido y su invitación a soñar nos interpelan íntimamente en esta enfermiza primavera del siglo XXI

Francisco Ruiz Nogueras. La Regenta

Sin salir de casa, nada mejor que perderse por los jardines del 'Bomarzo' de Mújica Laínez, en el laberinto pasional de 'La regenta', de Clarín o en la magia del Sur con 'Ágata ojo de gato', de Caballero Bonald. Transitar por el lujo de los versos de Pablo García Baena, por la contundencia de los de Alfonso Canales, la serenidad de María Victoria Atencia o lo coloquial de Ángel González. Siempre el mundo mágico de Rafael Pérez Estrada y la segura garantía de una buena antología del Siglo de Oro.

Pabrlo Aranda. Apaches

En estos tiempos en los que andamos un poco sin norte yo me voy al Oeste con mi admirado Oakley Hall, del que ya ley la extraordinaria 'Warlock'. Ahora he tomado 'Apaches' que no me está defraudando en absoluto Para no dejar la enfermedad y la calma necesaria, tengo a mano también 'The hours', de Michael Cunnings y 'Meditaciones', de Marco Aurelio.

Isabel Bono. No dar de comer al oso

Hace poco leí 'No dar de comer al oso' de Rachel Elliott. Escrito de una manera ligera, a ratos casi infantil, nos va mostrando el sentimiento de culpa que esconde la protagonista. Delicioso.Y hace nada he leído'West end' de José Morella (Premio Café Gijón 2019). Otro que también sabe hurgar y, como quien no quiere la cosa, va preguntando a familiares por la vida y enfermedad metal de su abuelo. Temas crudos contados desde una sensibilidad y belleza extraordinarias.