Novela

Colson Whitehead: sinfonía de Nueva York

El doble ganador del Pulitzer se adentra en el género con ‘El ritmo de Harlem’, un retrato coral del hampa y de las contradicciones de la ciudad trazado en la década de los grandes disturbios raciales

Colson Whitehead

Colson Whitehead / Lucas Martín

Lucas Martín

Más allá de la fascinación, existe algo en la ciudad de Nueva York que conduce inexorablemente al desapego. No tanto su fractura, la brutalidad de sus desequilibrios sociales y estéticos que tantas veces nos hace invocar a Lorca y solidarizarnos con los insectos que duermen bajo de la infamia de los rascacielos; quizá tampoco la consabida desmesura, que se remansa, por los demás, en inesperadas sombras y rincones. Hablo de otro tipo de síndrome, tal vez enguantado en la saturación narrativa, parecida a la que provoca en ocasiones París, pero sin tanta evidencia de lirismo. La sensación de que resulta casi imposible añadir una experiencia propia, de que hace falta ser muy bestia o sensible- o quizá ambas cosas- para poder disfrutar de una visión que sobreviva en su espontaneidad a la maleza de iconos cinematográficos, literarios o musicales que acechan detrás de sus innúmeras representaciones. Contar la ciudad sin incurrir en algunos de sus muchos accidentes de ficción, tan presentes en sus calles como las ventanas y los parques, supone un ejercicio que no desearía como castigo ni siquiera para el más bizantino de mis amigos escritores. Menos aún si en lugar de partir de cero pretenden diluir buena parte de esos arquetipos en

personal y diferente, que es precisamente a lo que se arriesga Colson Whitehead en su último libro, ‘El ritmo de Harlem’ (Random House).

Después de un inicio de carrera fulgurante, de convertirse en uno de los pocos escritores estadounidenses que ha ganado dos veces y de manera consecutiva el Pulitzer -Faulkner fue otro de los que alcanzaron la gesta-, el novelista ha levantado ampollas entre buena parte de la crítica al romper con su pasado más cercano y publicar lo que a simple vista parece una novela de género -policiaco, para más escándalo- emplazada en Nueva York. Un atrevimiento que para algunos es una claudicación por lo que tiene de abandono si se confronta con la ambición de sus trabajos anteriores -El ferrocarril subterráneo, Los chicos de la Nickel- pero que no deja de tener coherencia con una trayectoria que se ha sumergido incluso en la ciencia ficción y que siempre se ha caracterizado por el inconformismo. También en esta nueva entrega, que, bajo su accesible epidermis, esconde mucho más que una simple digestión de la ciudad y de las imágenes artísticas que proyecta. Tanto las reconocidas por el propio autor (Toni Morrison, Kubrick, Gordon Parks) como las que no suelen aparecer en sus menciones (Spike Lee, y, sí, Tom Wolfe, qué duda cabe).

‘El ritmo de Harlem’, traducida por Luis Murillo Fort, y encajada en los años centrales de expansión

bop (el escritor escuchaba punk rock mientras la escribía, las cosas no son lo que parecen), se centra en un lustro especialmente conflictivo para la evolución de Nueva York, el que discurre entre 1959 y 1964, cuando la segregación y la lucha por los derechos civiles reventaron la convivencia y los códigos por los que hasta ese momento se regía su status quo, por más que la actualidad nos haga reflexionar sobre el inmovilismo y la verdadera magnitud de los avances. A la manera de Ellroy, un poco también, aunque en un tono distinto, a la de Doctorow, Whitehead utiliza hechos históricos, incluido el asesinato a manos de la policía de un joven afroamericano (¿les suena?) y los disturbios posteriores, para adentrarse en la precariedad de los barrios más desfavorecidos y el submundo de la supervivencia y de los hampones. Personajes en el límite, pasajes y aventuras corales se mueven alrededor de la vida de Ray Carney, un esforzado vendedor de muebles descendiente de un gánster que se debate entre la dificultad de seguir el camino recto o sucumbir a la tentación de la delincuencia. Y cuyas peripecias dan pie a todo tipo de enredos cinematográficos -Whitehead insiste en que la novela criminal es eminentemente cinematográfica- tan dinámicos y visuales como para seducir a diferentes perfiles de lectores, con guiños constantes a la mitología de la grey de Harlem, pero también con un sutil distanciamiento que hace que emerjan entre los contenedores quemados y las balaceras las regiones más reconocibles de su prosa: el humor endiablado, la facilidad para penetrar en la jungla social desde una perspectiva propia.

Colson Whitehead nació y se crió en Nueva York. Sufrió durante toda su vida, y a pesar de graduarse en Harvard, los estragos de la discriminación. Un asunto capital en su narrativa que en esta nueva toma cede el protagonismo a la propia ciudad, de la que traza un fresco que todavía -otra cosa son las razones- tiene vigencia, pero que asume una encarnadura temporalmente crucial y digna de interesar en el despliegue narrativo del libro a urbanistas y semánticos de la arquitectura; la época en la que las fronteras eran todavía más impenetrables. El cuadro en movimiento de un lugar que nunca deja de construir, derruir y sobreponerse. Y que en su trasfondo moral amplía las coordenadas de la marginación-Whitehead rechaza la etiqueta de portavoz de su comunidad- para centrarse en los mecanismos de la opresión y de la corruptela. «Todas las élites se parecen», ha dicho más de una vez el autor. Las representaciones también. Y algunas veces son diferentes y cuentan más de lo que cuentan. Como las novelas menores de Whitehead.

Colson Whitehead Sinfonía de Nueva York

Colson Whitehead Sinfonía de Nueva York / Lucas Martín

El ritmo de Harlem

Autor: Colson Whitehead

Editorial: Random House

Traducción: Luis Murillo Fort

Precio: 18,95 €

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