El parnaso

Jesús Cárdenas: habitar los espejos

Jesús Cárdenas.

Jesús Cárdenas. / L. O.

José Antonio Santano

José Antonio Santano

Vivimos en un rito obsesivo de culto al cuerpo. El hedonismo exacerbado y narcisista acompaña los días de este siglo. Lo material y anodino se sobredimensiona y una especie de atontamiento colectivo se ha impuesto de forma persistente. Tintar la piel y agujerearla es ya algo más que una moda, se ha convertido en un estilo de vida, como si el adornarse el cuerpo, vestir el cuerpo de colores y formas constituyera la única razón de ser. El cuerpo lo es todo, principio y fin de la existencia. Nada más artificioso y postizo. Las modas, también en la poesía, existen y se pergeñan con la intención de querer alcanzar la meta de la nadería, de lo superficial y vano. Y en muchas ocasiones lo consiguen, pero en otras, las menos, ocurre lo contrario, hallando en el camino ejemplos que casan con el pensamiento conceptual y profundo, existencial. El caso que nos ocupa ahora es uno de ellos, y está en las antípodas de lo dicho con anterioridad. Se trata de una nueva entrega del poeta Jesús Cárdenas (Alcalá de Guadaíra, 1973), autor del libro ‘Desvestir el cuerpo’, editado por Lastura. Libros anteriores a este son: ‘La luz de entre los cipreses’, ‘Mudanzas del azul’,‘Después de la música’, ‘Sucesión de lunas’, ‘Los refugios que olvidamos’, ‘Raíz olvido’ y ‘Los falsos días’. Siete poemarios en total desde 2012 hasta el día de hoy.

Existe en esta nueva entrega de Jesús Cárdenas una concatenación de circunstancias que marcan un antes y un después en su manera de entender el mundo, la poesía en su concepción más honda, la que se propone hacer llegar desde ya al lector, de mamera que el poeta en lugar de adornarse con innecesarios accesorios, se desnuda para mostrarse tal cual y desde una espiritualidad antes oculta por el propio devenir de la rutina. Ahora, sin embargo, el poeta parte de un concepto, observa el mundo, asimila sus aristas y fronteras. Decía José Ángel Valente: «Crear no es un acto de poder (poder y creación se niegan); es un acto de aceptación reconocimiento. Crear lleva el signo de la feminidad. No es acto de penetración en la materia, sino pasión de ser penetrado por ella. Crear es generar un estado de disponibilidad, en el que la primera cosa creada es el vacío, un espacio vacío. Pues lo único que el artista acaso crea es el espacio de la creación. Y en el espacio de la creación no hay nada (para que algo pueda ser en él creado». Esto mismo habría que recordárselo a buena parte de la élite poética actual, tan ensimismados y superficiales. ‘Desvestir el cuerpo’ es un libro bien estructurado, coherente, en el cual los espejos juegan un papel predominante, al igual que el amor que opera como hilo conductor de la cotidianidad del poeta, y que aporta una concepción propia sobre el hecho poético en sí mismo.

Forman las palabras de José Antonio Olmedo López-Amor el frontispicio del poemario. Con muy acertado criterio escribe: «Desvestir el cuerpo es un acto de sinceridad en un solo movimiento. Toda interpretación de las tres palabras que forman su título nos lleva a esa búsqueda de la verdad, de la desnudez del alma que haga posible el amor; reconocernos en el otro». Amor que está sustentado en el tiempo y la memoria como elementos imprescindibles para autor, con los que asume la aventura de vivir y rehacerse a sí mismo desde la introspección, la interiorización de su concepción del mundo, con sus hallazgos y naufragios, y todo ello trascendido en el espacio de los espejos. En ellos quiere descubrir aquello que no se ve en su transparencia, sino en lo invisible, en lo que está adentro, tal vez olvidado, secreto, a la espera de ser tangible alma, recuerdo de otro tiempo: «ALLÁ, EN LAS LIDES DEL SILENCIO / del espejo caduco, / más allá del crepitar de la lumbre, / una voz prende el frío acero de la noche / y algo de aquel muchacho temeroso / duerme en su piel gastada todavía». Pertenecen estos versos a la primera parte del poemario: ‘Todos los espejos’ a la que preceden citas de Raymond Carver, César Vallejo y Alfonsina Storni. Combina la segunda parte, ‘Cristal ahumado’, poemas cortos y extensos, metapoéticos, centrados en la riqueza que lo sencillo e inocente enseña, y aromados de amor claro, de su esencia: «TODO ESTABA, AHÍ DELANTE, / esperándonos ante nuestros ojos / como fruto maduro / para dar sentido al mundo: el deseo, la herida y el poema». La opacidad y la transparencia del espejo en un mismo acto, dos caras de una misma moneda, que marca un tiempo ya pasado y un presente real con vislumbres de futuro. Todo y nada a la vez, principio y fin de un viaje interminable. ‘Callada ceniza’ es el título de la tercera parte del libro, la que nos adentra en la esencialidad de la vida, esa que tiene como certeza lo vivido, el recuerdo de lo que se fue y no volverá, de un discreto hedonismo que nos haga vivir el instante, sin pensar en más (carpe diem): «SALGAMOS DONDE LATA EL MUNDO / y con unas cervezas celebrémoslo / mientras el viento nos sea favorable. // Estamos de visita», pero que se corresponde igualmente con el prodigioso tiempo de la infancia: «EL TIEMPO SE DETIENE EN CADA ESQUINA, / en cada una de las piedras / que forman el castillo de la infancia, / recubiertas en su día de cal / resisten mal el paso de las lluvias. (…) En silencio sombrío / reverberan los pasos / de un rincón a otro / de la casa familiar». Cárdenas nos habla de las cenizas acalladas, innombrables, vivas en la memoria: «A pesar de todo, nos reafirmamos / en la luz de nuestro refugio, / el silencio de la casa. Encendimos / el fuego con las manos; amor erguido en llamas. / Con esta firmeza combatiremos / esta y todas las noches invernales». La esencia poética de este libro podría resumirse en dos versos que me parecen de una significación y lucidez extraordinaria, que nos recuerda a José Hierro: «Ya sé que todo / se terminará desatando», porque como dice Luis Ramos de la Torre en su epílogo: «Y, ¿qué es la Poesía, sino la luz y el fuego de ese hogar necesario, de esa arquitectura, que nos fecunda y que a pesar de todo lo doloroso sigue a nuestro lado avivándonos?». ‘Desvestir el cuerpo’ no es sino el lenguaje secreto de los espejos, del amor y de la vida.

 JesúsCárdenas Habitar los espejos

Portada de 'Desvestir el cuerpo'. / L. O.

Desvestir el cuerpo

  • Jesús Cárdenas
  • Editorial: Lastura
  • Precio: 13,00 €. 118 pp.