Gregorio Sánchez es un nombre que debe conocer, o, al menos, serle familiar. Otra cosa sería decir "Chiquito de la Calzada", el famoso apodo de Gregorio, el humorista por excelencia de Málaga.

El Auditorio Cortijo de Torres acogió el domingo el homenaje más sentido que se le puede a ofrecer, un acto cargado de sentimiento y, por supuesto, de risas y recuerdos a su memoria.

Es la primera Feria que acoge la ciudad de Málaga desde que Chiquito "se marchó". Aunque ya lo era en vida, desde que falleció en noviembre del pasado 2017 pasó a ser un icono más de la capital de la Costa del Sol. Y anoche se demostró en el hueco que la Feria 2018 guardó para su memoria.

Eduardo Bandera condujo un evento en el que hicieron acto de presencia numerosos cómicos como El Morta o Manolo Doña, que fueron los primeros en subir al escenario y empezar su particular show ante las numerosas personas que asistieron.

Las alusiones al gran humorista iluminaban la noche, al tiempo que el pincel de Ángel Idígoras hacía lo propio con el lienzo. Era el agradecimiento particular del famoso viñetista: una caricatura. «No decía mucho a través de sus rasgos. Chiquito se expresaba con los ojos y con los gestos», afirmó Idígoras.

Tomás García, "discípulo" del malogrado humorista, arrojó hacia el público todo tipo de palabras y costumbres malagueñas. Era inevitable que se escapara un "jarl", una de las palabras sacadas del exclusivo vocabulario de Chiquito. Dejó el micrófono a su compañero Justo Gómez no sin antes darle las gracias a Gregorio por "hacerme reír a mí, a mi "paparl" y a mi ciudad".

"Se han perdido los chistes, la gente ya no cuenta chistes, hace monólogos", reflexionó Justo. Al humorista, que abogaba por los "chistes malos", le fue imposible sujetarse y arrancar con una retahíla, siempre en referencia a Chiquito, que contaba más con el lenguaje y los gestos que con la elaboración del propio chiste.

Fue el momento de la aparición de Francisco de la Torre, alcalde de la capital, y de Teresa Porras, concejala de Fiestas y Playas. De la Torre dejó en el armario el traje y corbata de siempre y se vistió acorde al acto: de una manera desenfadada y con camisa oscura. Aprovechó el momento para dedicar unas palabras a la carrera de Chiquito, así como entregar la obra de Idígoras a la sobrina de Gregorio, presente en la gran cita.

Antes de finalizar, llegó el esperado turno de Manolo Sarria, que dedicó su humor más malagueño al público a través de risas, chistes, un teatro en alusión a las obras del Metro de Málaga en la Alameda Principal, y, obviamente, el agradecimiento tanto a Chiquito como a Juan Rosa, con los que compartía una amistad inquebrantable en vida y que ahora ya es eterna.