Los técnicos de la empresa de aguas de la capital, Emasa, llevan varios meses estudiando alternativas para tener capacidad de respuesta si situación de sequía continúa agravándose. Una de ellas es especialmente llamativa y contempla la compra de agua que sería traída desde otros lugares en grandes barcos.

Esta posibilidad, que ha podido contrastar La Opinión de Málaga, aparece también citada en el Plan de Actuación de Emergencia en Situación de Sequía (PAES), remitido ya a la Junta de Andalucía para que le ofrezca el visto bueno. En el documento, se prevé este aporte extraordinario en barcos si la situación se cataloga como `emergencia 2´; es decir, que haya agua para un horizonte máximo de seis meses. Según las fuentes consultadas, de persistir la falta de lluvia, hacia el verano se podrían producir los primeros problemas graves.

Las fuentes han confirmado, además, que la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, tiene constancia de esta idea, que no ve con malos ojos.

La previsión de Emasa, en caso de poner en práctica este sistema ya utilizado en otros lugares, es la de contratar `barcos-cuba´ con una capacidad aproximada de 50.000 metros cúbicos. Lo más caro del proceso, añaden las fuentes, sería el coste del atraque.

El agua vendría en bruto, sin tratamiento previo, y se están tratando de localizar sus puntos de procedencia. El hecho de que venga con su composición original responde a que se trata de cantidades muy grandes que pocas ciudades podrían procesar de manera adicional a los caudales que ya aportan a sus propios vecinos.

El proceso, a partir de la llega de los barcos, sería el de realizar las descargas del agua en una tubería con la que cuenta Emasa en el Puerto y que, con una obra de adaptación pequeña, podría llevar el líquido elemento hasta la presa de El Limonero. A partir de ahí, el agua entraría en la red de abastecimiento de la ciudad como la de las procedencias habituales y recibiría su tratamiento en El Atabal.

PAES. El documento elaborado por Emasa, obligado por el decreto autonómico de la sequía. Tras el dictamen de la Junta, deberá ser aprobado en pleno, junto con la ordenanza que regula el control de las medidas, las sanciones, etc.

En el documento, Emasa explica que el consumo de agua en la capital malagueña descendió a partir de la última gran sequía, la del 94 y 95. Lo que, en principio, fue una reacción lógica ante la escasez se ha consolidado durante la última década. De hecho, la empresa apunta a que los aumentos que se detectan en general se corresponden con el propio movimiento vegetativo de la población.

Entre otras razones, ha sido ésta una clave para la incorporación de la solución de los barcos. "Los valores actuales de abastecimiento corresponden con una demanda no coaccionada, pero que difícilmente podría soportar un aumento de la restricción sobre ella", reza uno de los apartados del PAES.

El panorama actual es poco alentador porque, si bien se produjeron lluvias al inicio del otoño, llevan semanas sin volver a producirse. El estado de los embalses del Guadalhorce, principal fuente de suministro es, además, cada vez más bajo.