Jorge Campbell siempre pensó que, en una vida anterior, había sido español, quizás por eso de que un `celtíbero´ no deja de tener sangre celta. Este irlandés de la cosecha del 17, criado en Belfast, metido a periodista deportivo y reconvertido en artista por el impacto de la II Guerra Mundial, tuvo en Málaga su segunda patria.

Nuestra tierra, que visitó en 27 ocasiones, se convirtió en gran parte de su obra. Pescadores del Palo, marengos y los paisajes de Pedregalejo o los Montes de Málaga pueblan sus cuadros, muchos de los cuales se exhiben en su patria natal. Consumado guitarrista y maestro del habla andaluza, Campbell, fallecido en 1979, es la personificación de un amor correspondido: el que se tienen Irlanda y España.

El Ayuntamiento de Málaga ha recogido con acierto los desvelos de personas como el ex director del Instituto Español en Dublín, José Antonio Sierra, y el próximo martes dedicará en el Cerrado de Calderón una glorieta a la memoria de George (Jorge) Campbell. Al acto asistirá el embajador de Irlanda en España y medios de comunicación irlandeses y, como ya ha anunciado La Opinión, será la excusa para celebrar las primeras jornadas culturales de Irlanda en nuestra ciudad, un país hermano al nos unen hilos invisibles que Jorge Campbell siempre supo ver con genialidad. Felicidades al Ayuntamiento por este acierto, al que hay que sumar el reciente paseo de los Canadienses junto al peñón del Cuervo, para hacer de Málaga una ciudad abierta al mundo, y no sólo de boquilla.

Tres en una

Ayer, hacia las ocho de la mañana, un mamífero ungulado salió con el coche de su casa, muy cerca del Camino Nuevo, irrumpiendo en la carretera sin esperar al semáforo, lo que provocó el frenazo del atasco correspondiente. A continuación, avanzó dos metros para pararse sin ningún motivo en mitad de la avenida del Pintor Sorolla. Los coches que lo adelantaron, tras la maniobra de rigor, pudieron vislumbrar cómo la criatura mataba el tiempo extrayéndose mocos. Tres acciones lamentables en una.

El `dentúo´

La foto de portada de ayer en La Opinión mostraba un esqueleto del siglo XVI, hallado en la calle Eslava, con una espectacular `caja dental´. A la vista de estos incisivos, caninos y molares, los antropólogos podrían llegar a conclusiones asombrosas, como que los malagueños del Siglo de Oro tenían más dientes que una revista de caballos. No saquemos conclusiones apresuradas. Con todo respeto por nuestro antepasado, una golondrina no hace verano.

Práctica perdida

Ayer, muy de mañana, los jóvenes de la escuela taller de la Alcazaba mataban el tiempo de entrada a la fortaleza jugando un partidito de fútbol en el paseo de Juan Temboury. Sin saberlo, recuperan prácticas anteriores a la restauración del monumento, cuando era un barrio de Málaga.