Dice que ha sido complicado y resulta fácil creerle. El edificio del Petit Palace Plaza, situado en un recodo de la calle Larios, era hasta hace no mucho un conjunto esplendoroso de escombros con balconada decimonónica. El establecimiento de cuatro estrellas, espacioso, con vistas nobles, fue ayer inaugurado de forma oficial, aunque lleva funcionando varios meses.

–Su empresa abre un nuevo hotel en temporada baja y en plena época de crisis. ¿Se encomienda a algún santo?

–Desgraciadamente, esto es como la bolsa, uno decide hacerlo en época de bonanza y cuando terminan las obras la situación ha variado radicalmente. Hay que asumir que en un proyecto a largo plazo te pueden tocar periodos de vacas flacas y de desarrollo. En cualquier caso, somos muy optimistas.

–¿En qué fundamentan ese optimismo?

–Esta claro que esto pasará. La crisis es de carácter global y marcadamente financiera, lo que ha provocado que acabe por afectar a todos los sectores, incluido el turismo. Pero también es cierto que, más allá de la coyuntura, existen movimientos que favorecen a medio y largo plazo la actividad como el impulso de las aerolíneas de bajo coste o la concepción del viaje en la población. Seremos una industria privilegiada.

–¿Por qué se decantaron por Málaga?

–Por muchas razones. Somos una cadena especializada en hoteles en cascos urbanos y esta ciudad cumplía todos los requisitos que nos interesan, tanto a nivel cultural como geográfico. Es la puerta de entrada a la Costa del Sol.

–¿Han pensado en otros puntos de la provincia como Marbella?

–La verdad es que no, nos interesan más destinos urbanos que rotundamente vacacionales. Es más probable que abramos otro aquí, quizá de cinco estrellas, y con las mismas características: edificio rehabilitado y en la zona más preciada de la ciudad.

–Parece que tienen claro a qué tipo de turista se quieren dirigir...

–Digamos que tratamos de configurar una oferta que pueda seducir a un espectro lo más amplio posible de público. Por eso buscamos ciudades en las que converja el turismo de negocios con el cultural y el de fin de semana. En Málaga, formamos parte de la media docena de hoteles con mejor ubicación y eso atrae tanto al turista nacional como, sobre todo, al internacional. A todos nos gusta viajar a París y alojarnos cerca de La Ópera, por ejemplo.

–Imagino que habrán tenido en cuenta los buenos números de la ciudad en el turismo de fin de semana..

–Sí, pero no sólo eso. Málaga ha evolucionado notablemente en los últimos años. Antes apenas contaba con planta hotelera y había que hospedarse en Torremolinos. Los reclamos han cambiado mucho, especialmente desde la apertura del Museo Picasso, que significa un antes y después para el turismo de la ciudad, algo así como el Guggenheim en Bilbao. Lo mismo pasará con el Thyssen.

–¿Qué le falta a la provincia para dar un salto de calidad?

–Málaga debe seguir en la vía en la que está trabajando, en la de los atractivos culturales. A veces se tiende a relacionar el turismo de calidad con el de mayor poder adquisitivo y no es sólo eso, está también la relación calidad-precio.