«El otro día se cayó un coche al arroyo y mi marido lo tuvo que sacar con un 4x4», cuenta Mari Carmen Corzo, vecina de la urbanización El Roquero.

Desde que los vecinos se fueron a vivir a esta zona de Campanillas, separados del arroyo por la calle Fausto, no han dejado de tener problemas. «El otro día fui a entrar en mi casa y había una rata en el poyete», cuenta Paloma, otra vecina.

Además de ratas «como conejos», como la describe una vecina, también hay serpientes y continúa el miedo entre las 70 familias de la urbanización de que cualquier día haya un accidente con un niño. Para Carmela Fernández, presidenta de la asociación de vecinos de Campanillas, la solución pasa por embovedar el arroyo, «como se ha hecho para poner una terraza privada en la piscina de Campanillas», junto a la urbanización.

«El arroyo es un peligro para los niños y además esto está con basura y ratas y luego aparecen las garrapatas», denuncia Pablo Díaz, presidente de la comunidad de vecinos. Además, Marina Álvarez pide que se limpie toda la arboleda y basura acumulada del cauce.

Las garrapatas las han padecido además a gran escala, por la presencia en una de las casas de un perro mal cuidado, que su dueño terminó abandonando. «A mi niño de tres años le quité una garrapata de una pierna y he tenido en la azotea y el patio y eso sigue», cuenta Mari Carmen Corzo, mientras María Dolores Arroyo destaca que ha tenido problemas igual de serios con su hijo de 10 meses.

Precisamente, delante de la casa del perro con garrapatas, cuyos propietarios, dicen los vecinos, ya no están en la vivienda, se observa la huella de los mecheros, por las garrapatas quemadas.

Tampoco ayuda a la situación de la urbanización un descampado municipal, situado justo detrás del arroyo. Los vecinos denuncian que en una casa abandonada se introducen caballos, además del mal estado de la parcela. «En el programa electoral del PP iba una zona deportiva», advierte Carmela Fernández.

Junto con matojos y más ratas, en el descampado hay unas instalaciones para unir otro arroyo cercano, un aljibe de unos cinco metros de profundidad que permanece abierto. Pablo Díaz exige que se le coloque una reja cuanto antes, mientras lamenta que una de las razones esgrimidas para no encauzar el arroyo sea proteger la fauna. «¿Qué fauna?, ¿las ratas?», se pregunta. En todo caso, la presidenta vecinal señala que si no se puede embovedar, se puede colocar un murete como el que hay a la altura del vecino Parque Lineal.

También preocupa la presencia de un portón que da acceso a un terreno privado y que según critican los vecinos «corta el cauce», así que cuando llueve con intensidad, se inunda toda la zona.

Por último, los vecinos llevan años reclamando al Ayuntamiento pasos de cebra elevados para reducir la velocidad de los coches que pasan por la calle Fausto.